Con el otoño y los primeros días fríos del año asoman los viejos y nuevos problemas.
El sistema se presenta cruel, como lo es, despiadado.
El dolor es mucho más grande, estructural. No es mencionar una sombra en la vida cotidiana como expresa una pintada vista en la calle que dice “acostumbrados al dolor”.
¿Todos los días dolor? ¿Nos podemos acostumbrar a esa vida? ¿A esa afrenta que nos propone cotidianamente el poder?
No es de la “naturaleza humana” la sumisión, la idea de que en el “más allá” seremos hombres libres. De ninguna manera y eso nuestro pueblo lo sabe por propia experiencia, que la sumisión que nos proponen tiene un contenido de clase. Sabe por haberlo vivido que la oligarquía financiera reivindica la “sumisión del hombre” con el solo fin de explotarnos y oprimirnos.
No estamos en el Feudalismo, estamos en el Capitalismo, sin embargo las clases dominantes por todos los medios nos quisieron educar en la idea de la sumisión.
Lo que está sucediendo es que nuestro pueblo no es sumiso, se levanta una y otra vez, prontamente les saca el velo de salvadores a quienes de una u otra manera nos aconsejan “el más allá” para el logro de la felicidad. No es impaciencia lo que se siente, es cansancio, es enojo, bronca y dolor.
Decíamos un comienzo de otoño, frío por estos días. Pero advertimos, será muy caliente porque el “acostumbrados al dolor” está dando paso al “acostumbrados a luchar”.
No se trata ya solamente de luchar para que el poder no avance o simplemente que retroceda en sus intentos. Comenzamos una etapa en donde las fuerzas hay que concentrarlas en la profundidad del pueblo. En las masas laboriosas, silenciosas, que muerden el polvo de la explotación y opresión pero han asestado golpes tremendos al poder de la oligarquía financiera.
En esas profundidades es donde se está cocinando la revolución, en donde aparece ya la confianza en las propias fuerzas, en las propias organizaciones políticas y sociales en donde se van gestando las instituciones de la revolución. Cuando en un barrio hay un hecho de inseguridad y se recurre a una asamblea para dar solución al problema se está creando poder popular. Cuando en una asamblea, en un trabajo, en una sección, se reúnen los trabajadores y comienzan a decidir los pasos a tomar también se va creando poder popular. En estas experiencias que se expresan en múltiples hechos está naciendo el otoño al que hacíamos referencia y por sobre todas las cosas, los cimientos de la lucha por el poder.
Un momento extraordinario que a ojos desprevenidos pasará inadvertido pero para los ojos sensibles de la revolución serán únicos. Es por ello que insistimos en observar y actuar en las profundidades de nuestro pueblo, en el terreno en el que las ideas de la revolución y las acciones revolucionarias nos son muy favorables. Hay que ganar definitivamente la legalidad revolucionaria, irrumpir con todas las fuerzas en esa dirección. Planificar las propuestas de lucha e ir dejando atrás una etapa donde primaba el espontaneísmo. Las nuevas instituciones creadas serán una premisa de este proceso abierto.