Desde estas páginas queremos levantar una vez más la denuncia de que los trabajadores de GESTAMP en zona Norte siguen trabajando bajo la ocupación militar, mientras 67 compañeros continúan aún despedidos. Pero este no es el único elemento con que cuenta la burguesía para amedrentar la lucha de los trabajadores de GESTAMP. A esto se le suma las fuerzas de choque del SMATA extra fabril dentro de la planta, y un elemento no menos grave: los aparatos de la izquierda en la puerta de la fábrica tratando de aparatear y resolver la decisión de los trabajadores despedidos.
Si a esto le agregamos las nefastas políticas del gobierno, las mentiras en sus discursos, la connivencia de los medios masivos de desinformación, nos daremos cuenta que la clase obrera más que nunca se debe aferrar a la autoconvocatoria organizada ejerciendo la democracia directa con la masividad de todos los compañeros involucrados en el conflicto.
Esto es bueno recalcarlo aunque suene repetitivo en reiteradas notas porque es el marco de la lucha ideológica y política en la que hoy debemos tener, sin vacilaciones, la más absoluta firmeza. Lo que se está dirimiendo no solo es la lucha contra los monopolios por los reclamos sino también en las metodologías y las conductas políticas de las vanguardias para el surgimiento con fuerza del nuevo movimiento obrero revolucionario que, sin dudas, está dando sus primeros pasos, que aunque plagados de dificultades, es inexorable su aparición en la escena política.
Esto son más que palabras. Ya podemos afirmar que dichos conceptos están parados sobre prácticas y experiencias vivas revolucionarias de la clase obrera en Argentina, aunque éstas aparezcan todavía como incipientes. No hubo un solo conflicto bajo la dirección política de la izquierda reformista y oportunista capaz de torcerle las manos a los monopolios desde la impronta de sustituir a los trabajadores por los aparatos partidarios. Pasó en VW de Córdoba, pasó en Liliana, pasó en Cronwel, pasó en KRAFT, etc., etc. Pero donde no pudieron lograr arrebatarles el protagonismo a los trabajadores y sus genuinas vanguardias, como por ejemplo en las autopartistas de Córdoba, los triunfos fueron rotundos porque primó, precisamente, las nuevas metodologías revolucionarias de la clase obrera, la decisión y la iniciativa de los implicados de forma mayoritaria donde las minorías se subordinaron a éstas en la acción.
Es precisamente por una necesidad de la revolución que el papel de los partidos políticos revolucionarios jueguen el papel que les corresponde: el de orientar políticamente, propagandizar la ideología revolucionaria aportando con ello a la organización política de la clase obrera, pero inculcando, por sobre todas las cosas (y por lo tanto, siendo coherentes y fieles a ello) que la lucha y la revolución es una obra de las masas y no es que se reduce el papel del partido sino que se eleva. Ahora, como lo que persiguen las organizaciones de izquierda en realidad son fines electorales donde sean “figuretis”, naturalmente que la preocupación por el resultado de la lucha de las masas pasa a un segundo o tercer plano, y esto siendo generosos, pues en realidad de hecho se constituyen en quinta columna de la burguesía en las filas de los trabajadores.