En días pasados un conspicuo dirigente de la UIA, el señor Funes de Rioja, afirmaba que las paritarias que aun no se han cerrado deberían tener una mayor intervención del gobierno y el Estado para que las demandas de aumentos salariales no se disparen. «No podemos recalentar expectativas inflacionarias ni discusiones salariales sin lógica. Si no queremos instalar expectativas catástrofe, las cosas tienen que manejarse en determinado marco», reclamó el dirigente empresarial». Por toda definición de lo que sucede, este señor afirma que hay una “contracción de la economía” y por consecuencia, cosa que no dice, – habría que agregar – debemos contraer el salario de los trabajadores para que a nosotros, empresarios monopolistas se nos permita amasar más ganancias.
Por su parte, el ministro de economía, anuncia la “sintonía fina” que implican mas devaluaciones de aquí a fin de año. Todos los economistas burgueses aplauden esta decisión y reconocen que al gobierno no le queda otra que profundizar la devaluación. Es decir, programar las próximas devaluaciones para sostener -según ellos- cierto equilibrio en el funcionamiento de la economía. Que dicho en términos menos estrafalarios y más directos significan medidas netamente inflacionarias que se constituyen, al fin de cuentas, en una abierta decisión de achatar los salarios, e inevitablemente en aumentos de precios de los bienes de consumo.
La producción capitalista no puede evadir las contradicciones que van colapsando al sistema y busca desesperadamente acomodarse a las reglas de juego en el marco de la producción mundial, exacerbando la explotación y la guerra que por apropiarse de mayores ganancias libra la oligarquía financiera a costa del despojo y la miseria de millones. Ello implica desde ya mayor productividad y sometimiento con menor salario a la clase obrera. Tal es el sentido del reclamo de la “lógica y del marco determinado” que reclama el empresariado de la UIA. Cualquier coincidencia con lo que anuncia el gobierno no es pura casualidad, es decididamente el intento de viabilizar estas demandas del poder. De por si cualquier equilibrio que intenten de la mano de estas medidas solo acentúan su crisis.
Es una fantasía sostener que admitiendo mayor inflación se sostiene cierto equilibrio económico. Solo una banda de incapaces sostiene semejante discurso. Ni siquiera el llamado equilibrio inflacionario que no deja de ser otra paparruchada espantosa, muy utilizada por los economistas para justificar sus planes, se le compara.
Todo esto es una clara señal del desbarajuste político e inmoral que anida en el seno de la burguesía; por ello, frente a su propio desmadre, apelan a los aprietes a la clase obrera, a las suspensiones, a los despidos, al patoterismo, a la militarización, a todo el arsenal de medidas para intentar hacerla retroceder en sus expectativas de conquista, en su capacidad de no dejarse amedrentar, para minar su estado de ánimo, para contrarrestar las formas de organización y lucha logradas, confiando en que sus mentiras pueden aun significar un peso en la conciencia de los trabajadores.
Es una clara señal de debilidad frente a una situación que no dominan aunque tengan incidencia en ella. Tal debilidad facilita la confrontación a sus planes de inflación, ajustes, devaluaciones, miserias y explotación. La constante movilización a lo largo y ancho de nuestro país es el plafón para avanzar sobre los planes del poder. No se puede permitir que una banda de mamarrachos, de una clase explotadora y parasitaria prosiga con sus planes a costa de mas penurias a los trabajadores y el pueblo.
En la construcción del proyecto revolucionario, en la conformación de la unidad por abajo, en la necesidad del poder local, en la iniciativa de la lucha por la vida digna, entra también frenar decididamente todo intento de exprimir los bolsillos con mas inflación y ajuste. Ello sólo lo podemos imponer en la calle, con la movilización, en la acción directa, con las más diversas iniciativas que la rica experiencia histórica de la clase obrera y el pueblo han acuñado en su lucha por la vida digna.