La crisis política del gobierno de los monopolios da una muestra del efecto que tiene la lucha de los diferentes sectores de la sociedad chaqueña sobre su poder. Ellos tomaron una clara decisión a la hora de administrar los recursos del Estado y definir dónde va la producción de la provincia. La riqueza de los chaqueños está destinada a los negocios de las grandes empresas y sus gerentes en los cargos del gobierno. No puede utilizarse para asegurar los servicios esenciales de agua, luz, salud y educación, o para paliar el déficit habitacional, o para facilitar la incorporación al trabajo formal de los miles de desocupados y precarizados, o para aumentar el salario de los empleados. Estos son problemas descartables, desde su óptica. Todo debe ir a los bolsillos de los explotadores, contaminadores, saqueadores y como siempre, represores del pueblo.
La ausencia de respuestas a los reclamos sociales, señala las prioridades de la clase dominante. Pero sus maniobras dilatorias, sus propuestas de distracción, sus ataques directos, no han conseguido que bajemos nuestras banderas. Los trabajadores seguimos exigiendo la atención a nuestras necesidades, es nuestro derecho a una vida digna.
La modalidad de movilización que han impuesto las conducciones sindicales y algunos dirigentes sesudos del reformismo ha demostrado su ineficacia. Por semanas miles y miles de personas han pedido, implorado, que aparezca la voluntad de diálogo del gobierno. Obtuvimos el silencio, el desprecio, y finalmente los palos como contrapartida. Ahora es otro el camino.
Hemos comprendido que todas las instituciones de este Estado tienen como objetivo poner palos en la rueda, no nos va a brindar lo que nos hace falta. La solución no vendrá de los ministros, los diputados o cualquiera de estos personeros de los monopolios. Ellos no piensan cambiar ese rumbo, será nuestra lucha la que los obligue a torcer el brazo. Nuestra organización y nuestra decisión de continuar en las calles y rutas, es la garantía de conseguir nuestras reivindicaciones.
Hoy queda claro que ya no se puede sostener un gobernador que fue abandonado por sus aliados y hasta por su propio partido. El grito nació en la plaza movilizada: ¡Qué se VAYA BACILEFF, con todos sus secuaces! ¡Queremos SOLUCIONES!