A pesar de que los burgueses niegan que la lucha de las clases es la partera de la historia, afirmando que los cambios son producto de “grandes hombres de película”, lo cierto es que la lucha por décadas de las clases populares en Sudáfrica, demolieron el régimen de segregación (Apartheid) en 1994, dejando al desnudo la dictadura de clase y el carácter del Estado, oculto, hasta entonces detrás el racismo.
Desde entonces, la lucha de los trabajadores contra la burguesía no ha cesado. Millares de obreros y trabajadores asalariados han continuado arrasando con todas las mentiras de la democracia burguesa y su discurso de “unidad nacional”.
Desde el 23 de enero -hace casi 6 meses -75.000 obreros de las grandes minas de platino, oro, carbón, cromo y hierro, mantienen una huelga reclamando un sueldo mínimo de 12.500 rands (cerca de 9.000$ A).
En esta prolongada lucha, donde la movilización fue permanente y los obreros mineros armados con machetes y palos se enfrentaron con las fuerzas represivas del Estado, dejaron cerca de 40 trabajadores muertos y centenares de presos, siendo los más importantes enfrentamientos clasistas desde el fin de los gobiernos de minoría blanca.
Conjuntamente a la lucha, se desarrollaron organizaciones por fuera de los grandes sindicatos, que permanentemente tratan de doblegar el espíritu de lucha de las masas proletarias. Las empresas han tenido que acceder a negociar con los representantes directos de las asambleas, llamadas “rebeldes”, porque los trabajadores se niegan a ser representados por las corporaciones sindicales.
En los últimos días, otros grandes sectores, como el automovilístico (Toyota) se están sumando a la ola de huelgas enfrentadas a las burocracias sindicales.
Contra el conflicto, toda la burguesía y los que dicen no serlo, cerraron filas en la búsqueda de “la solución” promoviendo un “pacto” que no encuentra interlocutor válido frente al poder de las asambleas.
También se han involucrado los Estados europeos, debido a lo que ellos llaman “crisis del platino” y que amenaza afectar la producción industrial, dejando al descubierto la sensibilidad y la debilidad de la cadena de producción globalizada capitalista.
A pesar del sistemático ocultamiento de la información, la clase obrera internacional ha empezado ha ocupar su lugar político en el escenario de la lucha de clase, y la oligarquía financiera y sus gobiernos, obligada a reconocer a ésta como su enemigo.