La burguesía en el gobierno, mucho se cuida de hablar de “conflictividad social” porque sabe que ella es una realidad inocultable e innegable. Manejan estadísticas que emanan desde el poder, dibujan los conflictos que para ellos “no existen” con el objetivo de ocultar o desdibujar la realidad estamos viviendo.
Muchos acontecimientos recientes, basados en el camino que venimos experimentando los trabajadores movilizados y en estado deliberativo, comienzan a mostrar que en nuestro pueblo en general y en la clase obrera industrial en particular, se vienen sucediendo luchas de un contenido distinto al de los últimos años.
¿Cuál es esa diferencia? Es esta una etapa en donde se afirma la tendencia de que una importante cantidad de compañeros que han participado y encabezado movimientos de protesta, expresan una aspiración a ser parte de un proyecto político nacional, revolucionario, que los contenga en sus filas desde sus luchas.
Como consecuencia de esto (y como principal motivo), la crisis política de la burguesía ha caído en un agujero negro: nada de lo que hacen por arriba es creíble por abajo; millones de argentinos de una u otra forma damos pelea a las políticas del Estado monopólico. Ni los inverosímiles anuncios “de unidad nacional contra los fondos buitres”, o las pomposas promesas de “ProCreAutos para todos” mueven en lo más mínimo el amperímetro del malhumor popular, anclado en las cada vez peores condiciones de trabajo y de vida que debemos afrontar.
Las que sí se suceden, son organizaciones por abajo de las más variadas, con reclamos que sistemáticamente apuntan a una vida digna. Nuestro Partido señaló desde hace mucho tiempo la crisis política en la que iba a embretarse la oligarquía financiera, y el monumental peso que adquiere para la lucha la presencia de los pueblos en las calles, aquí y en el mundo. Todo este andar suma fuerzas para la lucha de nuestro pueblo, que está, existe; lo que agiganta la necesidad de plantear y profundizar el tema de la lucha política por el poder: el sistema capitalista es un freno para la humanidad, y así no podemos continuar viviendo.
Por eso entendemos que la principal responsabilidad de hoy para los revolucionarios, es instalar las ideas revolucionarias, la lucha por el poder al alcance de todo el movimiento de masas. Allí radica lo esencial de la actual coyuntura: desplegar acciones capaces de multiplicar las fuerzas del pueblo, partiendo de que nos encontramos en un estado permanente de alza. El movimiento revolucionario en danza está adquiriendo cuerpo, son miles y miles de organizaciones que nuestro pueblo va creando en su lucha contra el sistema capitalista injusto. Estas organizaciones de todo tipo, llevan en sí mismas el germen revolucionario, y en su mayoría cuestionan aspectos esenciales del sistema de explotación y opresión.
Mucho hemos escrito sobre esto, pero lo fundamental hoy es cómo esta experiencia de las masas se va ligando a un pensamiento revolucionario por la lucha por el poder; allí radica la piedra basal de la estrategia revolucionaria.
Dejemos de lado lo que puedan decir las fuerzas del oportunismo y del reformismo, que desde una concepción meramente electoral quieren controlar ese enorme torrente y no pueden. Esas políticas, revolucionarias de pico, son sobrepasadas cuando la Revolución se ha echado a andar, cuando la clase obrera puja por un cambio de las relaciones de producción, por el fin de la dominación burguesa. Hay una alternativa de poder y hay que ponerla en juego, es un momento de probar fuerzas en otro escalón de la lucha de clases.