En otra nota anterior habíamos advertido que existían mucho más de dos billones de dólares que no tenían sobre su base un sustento material. Lisa y llanamente hablamos de capitales usurarios que, según nos dicen, “hacen plata de la plata”.
Son capitales que pululan en el planeta y sobrevuelan sobre los pueblos como aves de rapiña. Capitales sin fronteras que necesitan ubicación. La oligarquía financiera, sabe a ciencia cierta que de la “plata no se hace plata”, saben muy bien que la plata se hace de la parte de la fuerza de trabajo que no se le paga al obrero cuando produce una mercancía y además saben muy bien que a las máquinas no se les puede robar nada.
Los 832 millones que se depositaron para pagarle a los “buitres” el próximo lunes son un claro ejemplo del sacrificio que se le hace pagar a nuestra clase obrera y a todo nuestro pueblo.
El capitalismo necesita cada vez más obreros para lograr ese robo fenomenal (plusvalía) y a la vez necesita cada vez de más máquinas y mejores para producir y competir con menos mano de obra contra otras empresas en guerras cada vez más abiertas y groseras.
Esto constituye una contradicción insalvable y allí radica uno de los problemas fundamentales de la crisis política del sistema capitalista. No hay un solo pueblo sobre la tierra, no hay clase obrera industrial que no esté alerta por esta situación planteada.
Millones de obreros industriales en China, India, Corea, Brasil, Argentina etc.., generan riquezas faraónicas y viven en un estado indigno. Esos mismos capitales que surgen del robo al trabajo del obrero, hoy necesitan aterrizar, por ejemplo, en África. En esa puja vale todo y se entremezclan capitales especulativos que no llevan nombres adjetivados, llevan nombres específicos de fusiones bancarias, con capital industrial. Así lo hicieron hace pocas décadas en China, India, México, Vietnam, etc. Ellos saben muy bien que hay un continente con seres humanos que hay que proletarizar para poder perpetrar ese robo de la fuerza de trabajo y así amortiguar la crisis estructural del sistema capitalista.
Lo que hay fundamentalmente es crisis de superproducción de capitales a los que es imposible ponerlos a funcionar enfrentados a la fuerza de trabajo vacante. De tal forma que, aunque se inviertan en máquinas, materias primas, combustibles, energía, insumos, en una palabra, medios de producción, no están en condiciones de reproducirse como capital ya que lo único que puede ponerlos en funcionamiento es la mano de obra del proletario.
Otra vez la contradicción insalvable: se expulsa mano de obra a la vez que se requiere mano de obra.
La “solución” que encuentra la oligarquía financiera para superar esta contradicción, es el aplastamiento de salario en el mundo, lo cual, aunque lo intenta, se le hace muy difícil en los países en donde están radicados, y es por esa razón que intentan hacerlo en territorios en donde encuentran mano de obra vacante aún no proletarizada como el caso nombrado de África.
El poder y todo el progresismo (incluido el reformismo y el oportunismo) reinante nos hablan siempre de crisis de superproducción pero haciendo referencia a los productos de consumo, exclusivamente, abonando así la idea de que sobran productos para colmar las necesidades humanas en el planeta. De tal forma que queda presente la idea que es irracional exigir aumentos de salarios cuando hay tal crisis de producción. Cuando en realidad es al revés, pues si sobran capitales es que sobra ganancia y por tanto es lo más lógico exigir aumentos. Y sin embargo los niegan tajantemente, pues claramente no es el bolsillo de los proletarios, ni la distribución de la riqueza, el fin de esa acumulación de capitales sino ponerlos en el circuito de producción nuevamente para su reproducción incesante y mayor obtención de ganancia.
Mienten arteramente. Lo que hay es superproducción de capitales que el propio sistema necesita invertir para producir y aumentarlos, pero sin perder sus porcentajes de ganancia. Necesitan nuevos y más medios de producción puestos a funcionar con proletarios con salarios bajísimos. Son esos billones de dólares que necesitan invertir para producir anárquicamente y para la nada. Lo más importante es robarle a la clase obrera la parte que no se le paga del trabajo que realiza y estos 832 millones depositados son un claro ejemplo de ello. No importa el producto que se hace, ya que lo que importa en primera y última instancia, es la ganancia.
En éstas semanas hemos vivido un festival de diversionismo ideológico en donde se oculta la verdadera génesis del problema, la lucha de clases en el planeta está imponiendo un orden más acelerado para desenmascarar la crisis terminal en que se encuentra el capitalismo. La clase obrera mundial ha comenzado una nueva ola de alza de luchas y aparecen en el horizonte las propuestas revolucionarias que se estuvieron gestando en largos años de acumulación de fuerzas. Esos capitales que sobrevuelan los pueblos y que no tienen fronteras se ven cada vez más complicados para aterrizar en un mundo plagado de complejidades que expresa una lucha de clases más agravada y expuesta con claridad a los ojos de toda la humanidad.