Un nuevo aumento de los combustibles, más aumentos de boletos de colectivos en la Ciudad de Buenos Aires, son las “soluciones” contra el pueblo que la oligarquía financiera aplica para sostener sus ganancias.
Los combustibles han acumulado una suba de más del 35% en lo que va del año. Como no hay paritarias para los precios, se estima que el aumento al mes de diciembre próximo superará grandemente el 60%.
Todos sabemos que ese aumento se trasladará rápidamente al precio de todas las mercancías y servicios. ¡Todo funciona con combustibles!…y lo que no funciona con combustibles, por las dudas, también aumenta.
Mientras tanto, el gobierno de la oligarquía financiera sigue agitando el tema de los fondos buitres intentando justificar con ello todas las medidas de aumentos de precios y ajuste contra el pueblo y la presidenta grita en todos los escenarios que no hay que pedir aumentos de sueldos y salarios…¡de las jubilaciones ni hablemos!
Esto constituye una mayor agudización de la lucha de clases. Lucha de clases que todas las organizaciones e instituciones republicanas niegan, queriendo hacer creer que el problema de los gobiernos y los planes económicos y políticos se resuelven o complican de acuerdo a la buena o mala gente que decida sobre los mismos.
Sin embargo, a pesar de la mentira que a diario agitan, la realidad se va encargando tozudamente de demostrar lo contrario. Es decir que, en nuestro país, como ocurre en todos los países capitalistas, los obreros, los proletarios y pueblo laborioso se enfrentan en una lucha de intereses contra la oligarquía financiera que es la porción más altamente concentrada de la burguesía. Ellos se apropian de lo que produce todo un pueblo al que le tiran migajas o, si la lucha los obliga, se ven en la obligación de otorgarles beneficios momentáneos que, con el tiempo, intentan arrancárselos nuevamente.
Es por eso que, como revolucionarios y como pueblo en general, debemos levantar bien alto la bandera de la lucha de clases, llevando claridad sobre el verdadero enfrentamiento en la sociedad.
No se trata de cambiar personas en los cargos, no se trata de buscar a los honestos y probos. Se trata de sumar a la fuerza de trabajadores y pueblo a fin de imponer con la fuerza de la movilización y la lucha las medidas que convienen a las mayorías laboriosas a la vez que ese ejercicio nos va fogueando y consolidando en experiencia, organización, unidad y extensión en todo el territorio nacional, a fin de lograr un movimiento lo suficientemente fuerte para destituir el poder de la oligarquía e instaurar el poder revolucionario proletario y popular que tome las decisiones que nos permitan alcanzar una vida digna y un futuro mejor.
Ahora, ese poder debe estar basado en la decisión masiva de los hombres y mujeres laboriosos organizados en cada fábrica, empresa, unidad productiva, centro de salud y educativo, etc. Allí, donde las personas desarrollamos la actividad fundamental de nuestras vidas que es la producción para la vida y la reproducción humanas.
Esa organización es el germen de la organización estatal de la nueva sociedad que parte desde la base. En cada una de esas organizaciones estará reflejado el protagonismo de todo el pueblo en la planificación, toma de decisiones y ejecución de los proyectos que realizaremos como país.
Así como en la Argentina actual todas las decisiones y beneficios las toma y los goza solamente la oligarquía financiera haciendo sufrir a los trabajadores y al pueblo la consecuencia de ello, en el proyecto revolucionario no hay lugar para la oligarquía financiera y todos sus alcahuetes, pues las medidas y decisiones estarán tomadas por el pueblo a favor de sí mismos y, por supuesto, en contra de los intereses de esa oligarquía financiera, tal como ahora lo venimos haciendo en cada una de las luchas que protagonizamos.
Pero la toma del poder es la consecuencia de una lucha sostenida y generalizada nacionalmente. Por eso es que decimos con autoridad que la revolución está en marcha, dado que cada lucha, cada conquista, también los reveces sufridos en la lucha, cada acumulación en unidad y cada avance en organización, por más pequeño que aparezca a los ojos que pretenden una solución mágica de nuestros problemas, nos acerca al final del camino, a la toma del poder obrero y popular, que no es otra cosa que un nuevo principio de un solo proyecto revolucionario que se continuará en la construcción de la nueva sociedad socialista.