Volkswagen, Mercedes Benz, Bayer, Adidas y Robert Bosch, las estadounidenses Ford, General Motors, Procter & Gamble, John Deere, Monsanto, Pfizer, Johnson y Johnson y Colgate Palmolive, las japonesas Toyota, Honda, Yamaha, Bridgestone y Sony, las francesas Peugeot, Citröen, Michelin y L’Oreal, las italianas Fiat, Iveco y Pirelli y por los Países Bajos, Shell y Philips.
Son éstas empresas y otras, a nivel global, que sometieron a los Estados, incluidos el nuestro para llegar a un acuerdo con el “club de París”.
Un “acuerdo” disfrazado ya que el mismo permite legalizar un nuevo saqueo de nuestra principal riqueza que es el hombre y desde ya de nuestras riquezas naturales. A partir de esta dramática situación que plantea la oligarquía financiera corporizada en los nombres de empresas ya mencionadas y otras que ya veremos, asistiremos al peor de los escenarios en cuanto al robo que se prepara con la anuencia de los Estados Monopolistas que en este caso tienen nombres y apellidos específicos.
Estas empresas que están radicadas en el país, exportadoras e importadoras de capitales a nivel global llevaron a los Estados a arrodillarse frente al freno que se producía para nuevos negocios por la existencia de la “deuda” con el “Club de Paris”.
Veamos que hay detrás de estos acuerdos:
Vaca Muerta a la cabeza, química y petroquímica, automotrices, minería, donde podría reflotar un megaproyecto para la extracción de potasio en Mendoza y otros de litio en el norte del país, laboratorios y en licitaciones de obras públicas.
Las empresas arriba descriptas son las beneficiarias directas del actual acuerdo promovidos por los “Estados”. La oligarquía financiera lo llama carta abierta para nuevas inversiones, nosotros lo caracterizamos como carta abierta al saqueo.
Otra empresa es el consorcio industrial japonés Mitsubishi que estaba esperando el final que se dio en la capital francesa para consolidar un proyecto que tiene en sociedad con la argentina Corporación América, de Eduardo Eurnekian, para construir el Paso Binacional Bicentenario, un túnel ferroautomotor a la altura de Las Leñas, en Mendoza. Los japoneses necesitaban el cierre del litigio entre la Argentina y el Club de París para abaratar el financiamiento que requerirá para construir el paso fronterizo.
Japón es el primer acreedor argentino del Club, con el 31 por ciento de participación sobre los 9700 millones de dólares que finalmente asumió el gobierno argentino computando los punitorios por los años sin pagos. Otras compañías de ese país están desarrollando proyectos en Argentina. Entre ellas figura Toyota Corporation. Su división automotores está invirtiendo 800 millones de dólares en su planta de Zárate para ampliar la capacidad de producción, mientras que Toyota Tsusho trabaja para la extracción de litio en Jujuy. El holding ya comunicó a las autoridades argentinas que tiene más planes en esas actividades, que haría efectivos al quedar resuelto el default con el Club de París.
En el mismo sentido se expresó otro gigante japonés, Marubeni, que analiza la posibilidad de tomar en sus manos el proyecto de extracción de potasio en Malargüe, Mendoza, conocido como Río Colorado. La brasileña Vale tenía la concesión para esa iniciativa, pero la dejó de lado por cambios en la cotización internacional del mineral, por inconvenientes financieros al no conseguir facilidades reclamadas al gobierno argentino. Marubeni accedería a contratos para proveer a empresas chinas que harían rentable el proyecto. Pero para los japoneses es clave acceder a financiamiento de la banca de desarrollo de su país a tasas promocionales. Eso sólo era posible si Argentina salía del default con su país en el marco del Club de París. Las cifras en juego para la “inversión” son gigantescas: no bajan de 5000 millones de dólares. A la canadiense Barrick también le puede aportar facilidades en su intento de retomar el proyecto Pascua Lama para obtener oro, aunque sus problemas van más allá de lo financiero.
En el sector automotor hay varias iniciativas en danza, que ahora podrían activarse. Como en los casos anteriores, la diferencia para las empresas la hace la posibilidad de abaratar los costos de financiamiento. Como se indicó más arriba, una de las compañías que ampliarían sus planes es Toyota. También lo harían las alemanas Volkswagen y Mercedes Benz y la francesa Renault.
Volkswagen, por ejemplo, fue la empresa que mayor cantidad de importaciones generó entre 2005 y 2013, con 17.366 millones de dólares. El saldo entre sus compras y exportaciones arrojó un déficit de divisas para el “Estado nacional” de 5108 millones de dólares. La empresa es la número uno en producción y ventas en el mercado interno
“Somos compradores de productos con alto valor agregado de los países acreedores” . Con Japón, por ejemplo, la Argentina acumuló un déficit comercial de 4457 millones de dólares entre 2005 y 2013. El rojo se duplica en el intercambio de productos industriales, que son los de mayor valor agregado y los que requieren más cantidad de puestos de trabajo de calidad. El déficit en ese rubro trepa hasta los 9792 millones de dólares.
“El crecimiento argentino” de la última década redundó en una demanda sostenida de productos de alto valor agregado de los miembros del Club de París, justamente cuando muchos de ellos atravesaban crisis profundas.
La cifra global es impactante. Entre 2005 y 2013, el déficit comercial argentino en manufacturas de origen industrial (MOI) con 15 de los 19 miembros del Club llegó a 104.485 millones de dólares.
En primer lugar aparece Estados Unidos, con 35.575 millones de dólares de déficit, seguido de Alemania con 19.918 millones, Francia (10.920 millones), Japón (9792), Italia (8145), Reino Unido (3118), Rusia (2454), Suecia (2437), España (2244), Bélgica (1762), Austria (1492), Finlandia (1375), Irlanda (1037), Dinamarca (926) y Noruega (290).
“El acuerdo” con el Club de París es un acuerdo de la oligarquía financiera para avanzar en un nuevo proceso global de concentración económica y centralización de capitales. “El Estado Argentino” paga sus “deudas” con el esfuerzo de su pueblo con nuevos y agresivos ajustes y los negocios se preparan para adelante. Los monopolios que son globales y no tienen fronteras ponen de manifiesto, a los ojos de millones de personas en el mundo, que ellos se han apoderado de esos Estados y poco importa ya si son o no son acreedores o deudores. Son oligarquía financiera planetaria en cada uno de los países en que actúan tirando por la borda falsas adjetivaciones como “fondos buitres” para diferenciarlos del “acuerdo” (saqueo) con el Club de París.
Los Estados monopolistas que como el nuestro exportan e importan capitales y van detrás del negocio sin fronteras a nivel planetario atraviesan una crisis política manifiesta. La concentración y la centralización de capitales se “lleva bien” con una concentración política pero lo cierto es que la oligarquía financiera planetariamente va a contrapelo de esa necesidad.