El capitalismo está dejando un cruel legado a la humanidad que, en definitiva, padece y padecerá por un largo tiempo. Es la expresión de las actuales relaciones de producción que frenan el desarrollo de las fuerzas productivas. Es decir: el sistema capitalista es esencialmente la explotación y opresión que ejerce una clase social, la burguesía contra otra clase, el proletariado y la gran mayoría de la población oprimida, frenando el desarrollo de la sociedad humana.
Mario Roberto Santucho fue hijo de esas relaciones de producción, como las 7.000 millones de almas que poblamos hoy el planeta. Como él, a lo largo de la historia, caminamos bajo ese techo estrecho que se produce cuando las fuerzas productivas, fundamentalmente el Hombre, se sienten frenadas y aprisionadas por la historia.
Mario Roberto Santucho, y no importa ya tanto el tipo de liderazgo que las personas impriman en cada fase de la lucha de clases, también subordinadas ya no sólo a las relaciones de producción sino a las fuerzas productivas en cada momento histórico que atraviesa el sistema dominante, fue sin lugar a dudas quien mejor expresó la idea que el sistema capitalista causante del dolor de la sociedad no va a caer si no se lo hace caer.
Mario Roberto Santucho al igual que el Che y tantos otros revolucionarios de esta formación histórica son, insistimos, hijos de la relaciones de producción de la época que transitamos, no están fuera de ese concepto. La clase dominante, de una u otra forma, ya sea ensalzándolo como al Che o negándolo como a Santucho, intenta e intentará siempre marcarlos como fenómenos individuales y no como producto de la lucha de clases.
¡¡De ninguna manera!! Todos podemos ser Mario Roberto Santucho, todos podemos ser el Che en la medida que asimilemos lo que ellos asimilaron hasta su última gota de sangre, el sistema capitalista, repetimos, no caerá solo sino que hay que hacerlo caer y dejar a un lado definitivamente el estado contemplativo con metodologías contestatarias a un sistema que revolucionariamente hay que enfrentar.
¿Por qué todos podemos ser como Robi?
Porque de hecho, desde que nacemos, nuestro pueblo lucha por la vida cotidianamente. Todos los días tenemos que “sobrevivir”, tenemos que luchar por todo, por nuestro trabajo, por nuestra familia, por la salud, por la educación, todo es cuerpo a cuerpo y entonces. ¿Cómo no vamos a poder ser todos como Robi? ¡Por supuesto que sí! Siempre y cuando elevemos nuestra calidad de vida luchando desde cualquier trinchera que se trate para cambiar este sistema que nos aplasta y no nos deja respirar. Nada más y nada menos que eso fue Mario Roberto Santucho, un hijo de estas relaciones de producción que entendió que las mismas estaban asfixiando en su calidad al Hombre como ser social.
Elevar a Mario Roberto Santucho es elevarnos todos, las grandes mayorías explotadas y oprimidas, somos todos hijos de esta etapa histórica que frena el desarrollo del hombre y por el contrario nos empuja como sociedad a clavarles un puñal definitivo a quienes de una u otra forma detentan el poder de “frenar la historia”.
Cuando en cada puesto de lucha o sea en cada sección de una fábrica, en cada parque industrial, en cada barrio, en cada escuela, ejercemos la lucha por nuestra dignidad y, dentro de ella, cuestionemos al poder dominante como continuidad de la lucha por la vida, somos sin lugar a dudas como Santucho.
Somos grandes mayorías rebeldes que estamos construyendo los caminos de la revolución… Eso fue Robi y esos somos las mayorías cuando, aprisionados por la historia, ahogados por el freno que nos impone el sistema, de una u otra forma, le vamos encontrando la vuelta a la revolución social. No esperamos ni nos desesperamos, actuamos todos los días, luchamos todos los días y nos vamos encontrando todos los días ¡¡¡entonces sí somos y nos sentimos Santucho!!!