Es innegable que la crisis política y económica que atraviesa la burguesía monopolista la quiere hacer recaer sobre las espaldas de la clase obrera y el pueblo. En un contexto como el actual, de suspensiones y despidos, de baja en la producción y el consumo, se intenta condicionar el espíritu de lucha y predisponer a la clase obrera a dar marcha atrás o desandar los caminos hasta aquí conquistados.
Una lectura superficial de la lucha de clases abonaría la idea de que éste es un momento de espera en donde esas mismas clases miden fuerzas, “velan sus armas”. Veamos: En primer término el contexto internacional expresa un momento peculiar de la crisis política y económica que atraviesa el sistema de dominación, el capitalismo. El tan ansiado mundo unipolar impulsado entre otros por Bush, como respuesta a una necesaria concentración política en la época de grandes concentraciones económicas y de concentración de capitales de hecho se hizo añicos, la oligarquía financiera no sólo no ha logrado ese sueño sino que por el contrario ha institucionalizado otras expresiones que, como el BRICS en estos días, ponen las diferencias políticas económicas en verdaderas guerras expuestas. Quedan al descubierto contradicciones interoligárquicas en donde se entremezclan infinitos intereses globalizados en donde los Estados, cada vez, se ven más impotentes para actuar como herramienta del Capitalismo Monopolista y poder aplicar, a voluntad, las decisiones del capital financiero transnacional.
En nuestro país se expresan con gran claridad los problemas que mencionamos, el gobierno de los monopolios no puede dar una sola respuesta a la anarquía del capitalismo globalizado y está maniatado y “deambulando” a la espera de acontecimientos que nunca vendrán para suavizar las aguas de éstas guerras intermonopólicas. Las empresas que son dueñas del Estado Argentino y de todas las instituciones son la cruda expresión de lo que estamos planteando, todo pende de un hilo y las decisiones estratégicas de los monopolios están a la “espera” de resoluciones de crisis políticas y económicas planetarias del sistema capitalista que nunca llegan y que por el contrario se agudizan permanentemente.
Esas “esperas” a la resolución de las crisis provocan el caos y, en Argentina, se dirimen parte de la disputa política intermonopólica ya que detrás del “Club de París y de los Fondos Buitres” están las expresiones más burdas de esos enfrentamientos políticos.
Por ello es deber de los revolucionarios explicar a la clase obrera y al pueblo de la extrema debilidad política de la oligarquía financiera que, a ciencia cierta, no sabe qué hacer en el día a día y utiliza la extorsión, el despido, la suspensión como compás de espera a una resolución que jamás vendrá.
La crisis del 2009 que adornó el sistema capitalista no ha desaparecido, por el contrario, viene desde antes y se ha agudizado. No han avanzado sino que han retrocedido en una centralización política de toma de medidas, mientras tanto los pueblos del mundo no descansan. Con sus luchas azuzan las contradicciones interoligárquicas y se predisponen a conquistas políticas y económicas en una nueva época de alzas de enfrentamientos clasistas.
Es por todo esto que tenemos que desmitificar la idea que el gobierno de los monopolios puede así como así jugar con la dignidad de nuestra clase obrera y de nuestro pueblo. Ellos no pueden actuar como quisieran, pretenden tirar la pelota hacia adelante para evitar el enfrentamiento intentando domesticar o calmar las aguas con amenazas de todo tipo. Pero lo cierto es que la vida y la disposición de nuestro pueblo a no dejarse avasallar, condiciona toda medida del poder. Los sectores más lúcidos del poder burgués así lo entienden y es por ello que “expresan con sus silencios” la crisis política en que están envueltos.