Los anuncios realizados ayer por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, agrega un nuevo capítulo a la novela del pago de la deuda. Todo lo que se lee, se ve o se escucha son chicanas entre unos y otros para ver quién rapiña un voto más en su carrera electoral hacia el 2015, pero nadie apunta a la esencia del problema que es que la Argentina, sea en un lugar u otro del mundo, paga religiosamente una deuda de la que el pueblo argentino nunca vio un dólar.
Como lo venimos afirmando en todos nuestros pronunciamientos, los acreedores de la deuda argentina (los llamados “buitres” y los “no buitres”) forman parte de la oligarquía financiera internacional; unos y otros son los que movilizan y concentran capitales por cualquier lugar del planeta y, a través de los mecanismos de la deuda (siendo éste sólo uno de tantos), libran una guerra permanente entre capitales para ver quién logra mayores negocios y beneficios y, en definitiva, quién sale airoso en la guerra interimperialista por la centralización de capitales a escala mundial. El objetivo central es la apropiación de fabulosas cantidad de capitales que son fruto del trabajo de millones de seres humanos.
Los anuncios de ayer son una muestra de lo que decimos. El gobierno argentino, impedido de pagar a un sector de los acreedores en la plaza de Nueva York bajo la amenaza de que esos fondos sean embargados por otro sector, decide pagar en Buenos Aires. Esta decisión, que pomposamente se adorna de una medida que “recupera soberanía”, constituye la confirmación de que la política del gobierno kirchnerista es pagar a como dé lugar para poder seguir endeudándose en los mercados internacionales, como lo venía ratificando pagándole al Ciadi, al Club de París, a Repsol. Este camino que venía cerrando millonarios negocios con un sector de la oligarquía financiera, la misma que hoy apoya la medida de cobrar en Buenos Aires, se vio entorpecido por la acción de los “buitres”, el otro sector de la oligarquía que exige su tajada.
A lo que se apunta entonces es a desmalezar ese camino iniciado, seguir pagando religiosamente, y continuar con la política de “atraer inversiones”, léase que la burguesía monopolista mundial siga adelante con sus negocios en la Argentina en el contexto de los negocios mundiales del imperialismo, donde cada región del planeta es vista y considerada un coto de caza para continuar con la explotación y la expoliación de los pueblos.
Entonces se llegará a la vergonzosa e inmoral postal en la que una cuenta del Banco Central estará abarrotada de dólares contantes y sonantes, todos para pagar a los acreedores, mientras millones de jubilados malviven con 3.000 pesos mensuales y millones de compatriotas viven en la pobreza más absoluta. Así de cruel es el capitalismo y el gobierno argentino, mal que le pese a su discurso patriotero, no escapa de esa lógica.