Desde la caída de Lehman Brothers en 2008, la economía mundial capitalista no logra repuntar. Los apologistas del sistema se empeñan en anunciar de vez en cuando la finalización de la crisis, pero luego sus propios datos terminan negando tales anuncios.
Las últimas cifras conocidas indican que Alemania (el llamado motor de Europa) registró un retroceso del 0,2% en el segundo trimestre de este año; En el mismo período, Francia creció 0% e Italia otro tanto, viniendo de una caída de 1,8 en 2013. El resto de las economías de Europa muestran retrocesos mayores todavía. Estados Unidos y Japón siguen estancados y no logran recuperarse. La única economía que crece es la china, con una perspectiva para 2014 de 7,5% de crecimiento del PBI, pero nadie habla en dónde está asentado tal crecimiento.
Las principales exportaciones chinas tienen como destino Estados Unidos y Europa. Desde 2008 a la fecha han venido creciendo, pero se debe tener en cuenta que ese crecimiento viene de una caída del 28/30%. Subir del quinto al tercer subsuelo no implica haber salido a la superficie.
El gobierno chino implementó un plan de inversiones para suplir con el consumo interno la caída de sus exportaciones. Construcciones de ciudades enteras, autopistas, líneas de subterráneos, aeropuertos, puentes monumentales han sido el destino de la inversión en ese país para mantener su tasa de crecimiento. Esto implicó una expansión astronómica del crédito; las deudas de las empresas y las familias chinas aumentaron de 125% a 200% del PBI desde 2008 a la fecha. La banca en China pasó de 10 billones de dólares a 25 billones en apenas cinco años. Ese crecimiento de 15 billones es equivalente al total de la banca de EE.UU., esto significa que el sector bancario chino “construyó” una banca igual a la de Estados Unidos en solamente cinco años. Una nueva burbuja financiera se ha gestado en la segunda economía del planeta, la que teóricamente ayudaría a la economía capitalista salir a flote.
Expansión de crédito y deudas que se tornarán impagables en China y recesión en el resto de las principales economías del mundo auguran una situación de extrema gravedad para la economía capitalista mundial. Una perspectiva que agudizará el empeoramiento de las condiciones de vida de las masas.
Esa es la otra cara de la moneda de la crisis capitalista. El impacto sobre el nivel de vida de los pueblos es catastrófico: En Grecia se denuncia una situación que está al borde de una catástrofe humanitaria; en España, tres millones de personas viven con menos de 307 euros por mes; en Portugal, cifras oficiales ubican al 18% de la población bajo el nivel de pobreza; en Alemania, ocho millones de personas malviven con 450 euros por mes y no reciben ningún tipo de ayuda social; en Gran Bretaña, se multiplicaron veinte veces los bancos de alimentos y hasta han acuñado la definición “pobreza energética” dado que millones de ingleses deben elegir entre comer o calefaccionarse en invierno. En Italia, la pobreza pasó de 2,4 millones a 4,8 millones entre 2007 y 2012; en Francia la pobreza afecta al 14,3% de la población total y unas dos millones de personas viven con menos de 645 euros por mes, unos 3,6 millones tienen problemas de vivienda y unos 3,5 millones reciben ayuda alimentaria; En Holanda, 9,4% de la población vive bajo la línea de pobreza.
La mecha está encendida y la explosión puede darse en cualquier lugar del mundo. Ante esta situación no existe más que un camino: La crisis capitalista se resuelve con revolución social, con un camino que ponga a los pueblos en una perspectiva de superación de un sistema podrido desde sus entrañas y que, en su declive, es capaz de las peores aberraciones.