Como ya lo hemos señalado en esta misma página, el paro del día de hoy es una situación no querida ni por quienes lo han convocado.
Un arco muy amplio de trabajadores vivencia hoy que la lucha y la unidad que se está tejiendo por abajo frente a los atropellos del poder, comienzan a pesar más de lo esperado; y que las mismas son totalmente ajenas a las maniobras de todos estos sectores que están enormemente desprestigiados.
Los trabajadores apoyan y comparten todos los reclamos, pero repudian a los convocantes de este paro. Toda una definición de lo que estamos viviendo y del alto grado de comprensión que existe sobre estos temas, nada menos.
Este paro es una respuesta de la burguesía a toda esa lucha que se viene dando desde lo más profundo. Lo que han hecho es intentar “ponerse al frente” de alguna manera, porque en realidad saben (y sienten) que los trabajadores no les daremos tregua y que conocemos perfectamente a todos los responsables y cómplices de los padecimientos que estamos sufrimiento.
Este paro es “el mal menor” que han elegido una serie de funestos personajes rechazados ampliamente por las grandes mayorías, que son protagonistas en cada rincón de trabajo abriendo un estado deliberativo que se multiplica y potencia la lucha.
Porque en cada lugar de trabajo, el malestar es tremendo. El destrozo galopante de nuestros salarios es el debate y la preocupación permanente de las masas trabajadoras, que ven cómo su esfuerzo cotidiano es pisoteado en pos de los intereses y las ganancias de una minoría expoliadora y explotadora.
Como no podía ser de otra manera, el “debate” instalado en todos los medios de la burguesía y su gobierno, es el “porcentaje” de acatamiento al paro, que varía en términos desopilantes según el cristal (interés político) con que se lo mire. Ninguno de ellos dice una sola palabra de lo que en verdad está ocurriendo con las luchas genuinas de los que trabajamos; porque el objetivo que persiguen es intentar quitarle el protagonismo a las masas obreras e institucionalizar algún tipo de “alternativa” a la “vieja” burocracia gremial.
Lo que subestiman es que los trabajadores y la clase obrera en particular ya hemos hecho (y continuamos haciendo) una experiencia muy firme por abajo, en donde quedan al desnudo los burócratas del color que sean, cuando éstos intentan imponerse por sobre las mayorías.
Porque su punto débil es cuando, desde abajo, la asamblea comienza a pesar. Las empresas sienten el golpe y ningún burócrata (de viejo o “nuevo” cuño) lo pueden frenar. Los nuevos interlocutores responden a las mayorías y son respaldados por ellas. Contra eso no hay con qué darle
Van tomando cuerpo expresiones que están por fuera de todas las instituciones del Estado y en el ámbito laboral, por fuera de los gremios. Se va por fuera de lo establecido; lo que expresa que no tienen un control del movimiento de masas. Y eso preocupa enormemente al poder.
Las empresas, el gobierno y los sindicatos esto lo saben y lo sienten, aunque no lo digan en público. Saben de todas las batallas cotidianas que existen (aquellas que “no tienen prensa”, pero que pesan) y por eso buscan tomar “una iniciativa” como este paro; lo que no evitará que se pasen facturas por no poder frenar lo que “viene viniendo” desde abajo.
Los trabajadores debemos tener plena confianza y seguridad en lo que hemos encarado, en lucha por nuestra dignidad. Persistencia y tenacidad, no hay lucha ni pequeña ni grande, hay luchas. Generalicemos el estado asambleario en cada lugar de trabajo de la forma que se pueda, hagamos pesar en lo concreto el poder de las mayorías en cada enfrentamiento. Esta metodología de acción es enemiga de cualquier vieja o nueva burocracia; llevando el problema bien abajo sostendremos el enfrentamiento desde esa masividad.