La profunda crisis política de la burguesía, como ya hemos mencionado en muchos casos, esta parada sobre la base de que no puede generar ningún tipo de expectativa política, fundamentalmente por el enorme descreimiento de la clase obrera y el pueblo, hacia todas las instituciones del Estado burgués, que no pueden hacer pie en el movimiento de masas, ya que son golpeadas y cuestionadas por las movilizaciones y las luchas de miles y miles de Argentinos.
En este sentido, se destaca el ascenso de una clase obrera, que luego de muchos años de acumulación en experiencias de luchas, comienza a dar verdaderos signos de movilización, por fuera del terreno institucional y legal de la burguesía. Esta situación, que comienza a expresarse en infinidad de experiencias de tomas de fábricas; de organizaciones de trabajadores por fuera de los sindicatos; de la desobediencia a las conciliaciones obligatorias; de la toma de decisiones a través de asambleas con democracia directa para llevar adelante acciones directas; de los altos niveles de enfrentamiento que se vienen sucediendo en muchas luchas por diferentes reclamos; y así podemos seguir enumerando muchas más expresiones, que indican que una parte importante de la clase obrera, comienza a elevarse en el espiral ascendente de la lucha de clases.
Toda esta situación, hace sentir a los oídos de la burguesía, un temblor que proviene desde lo más profundo de las bases de la clase obrera, que está buscando imponer sus propias metodologías, y que preocupa en gran medida a la burguesía y a todos sus instrumentos de dominación, principalmente a la pérdida de poder y control de los sindicatos y todo el arco de burócratas gremiales de toda laya.
Es aquí, donde la burguesía, aterrorizada por la presión que se vienen ejerciendo desde las bases, intenta por todos los medios, comenzar a tratar de recuperar algo de sus resquebrajadas instituciones. Y en ese afán, no solo promueve un intento de sindicalismo pseudo “combativo u opositor”, al sindicalismo clásico y oficial, sino que también le da aire al nuevo sindicalismo de izquierda, que intenta venir a reemplazar a la vieja burocracia, por una burocracia izquierdista renovada, donde la burguesía una vez más intentara sacarle el protagonismo a las masas obreras, a través de estas expresiones políticas enviciadas de oportunismo que en última instancia, intentan direccionar la combatividad de la clase obrera hacia el parlamentarismo burgués, apuntando a utilizar sus luchas para que tal o cual candidato de izquierda pueda obtener una banca en el parlamento.
Por lo tanto, en estos últimos tiempos, se han podido ver en los principales diarios burgueses, como La Nación, Clarín, Infobae, Pagina 12, etc. que han dedicado, una gran cantidad de artículos a los partidos de izquierda que se perfilan para disputarle supuestamente los sindicatos a las viejas burocracias. También en entrevistas en programas televisivos a los principales referentes de esta izquierda parlamentarista, hablando en nombre de los trabajadores. Y así podremos enumerar infinidad de casos en esta suerte de publicidad, que la burguesía le proporciona a estos partidos de izquierda.
El activismo parlamentarista y oportunista de izquierda dentro de las fábricas, está siendo utilizado, por la burguesía y sus instituciones, para ponerle motes de “zurdos” a los obreros que luchan contra las patronales y por fuera de los sindicatos y las burocracias del color que sean. Con el claro objetivo de impedir que los trabajadores, se constituyan en unidad como clase obrera, ya que de ser así, se abrirían inmejorables condiciones para el cuestionamiento al poder de dominación de la oligarquía financiera y la posibilidad objetiva de avanzar hacia un cambio revolucionario de fondo, con una clase capaz de tomar el poder del Estado.
Pero si bien es cierto, que la burguesía, propone abrir un escenario, donde se reduzcan las luchas a una disputa por arriba, entre los burócratas oficiales, los opositores y los de izquierda, las experiencias acumuladas en todos estos años de luchas, también han generado un anticuerpo contra la utilización política, ajena a la clase obrera en su esencia, ya sean de derecha, de izquierda o del punto que sean. La clase obrera cuando se moviliza, es porque intuye y tiene expectativas de ganar, independientemente del resultado posterior. De lo contrario espera las condiciones y su convencimiento. Lo cual se antepone a ciertas metodologías de izquierda, que proponen sólo moverse dentro de los marcos legales del sistema, y llevan a las luchas al terreno de la burguesía.