- ¿Por qué el gobierno de los monopolios y la oposición dentro del sistema no logran salir de la crisis política en la que están inmersos?
- ¿Por qué su dominación institucional aparece ante los ojos de la mayoría como andrajosa?
- ¿Por qué ante esta situación aún no aparece con plenitud a los ojos de todo el pueblo una alternativa revolucionaria?
En el día de ayer describimos el deterioro de las condiciones de vida a la que estamos sometidos. Bajos salarios, inflación, inseguridad, viajamos mal, educación en crisis, sistema de salud en crisis, todo absolutamente todo se discute en cada hogar argentino. Día a día la soga al cuello aprieta un poquito más.
A las instituciones burguesas de dominación, Parlamento, Poder Judicial de la Nación y Poder Ejecutivo se las visualiza cada vez más como instrumentos de los Monopolios. Los tres poderes son tironeados por las disputas de “mercado”, pero lo cierto es que la lucha de clases es algo más que todo ello. Aunque la prensa del sistema lo oculte, el malestar cotidiano en nuestro pueblo, su bronca, su lucha, su estado deliberativo, su cansancio, su intolerancia, su grado de conciencia de que todo está podrido es lo determinante de esta crisis política que mencionamos.
El fuerte rechazo al sistema que nos imponen, que a veces se expresa y a veces no, que se intuye masivamente que podríamos vivir dignamente y el poder no da respiro en su sed de ganancia irracional es una base para dar rienda suelta a la acción y el pensamiento revolucionario.
Las dos primeras preguntas, de una u otra manera, los argentinos las contestamos en una misma síntesis. A esta altura pasa a ser una simple descripción de la crisis en la que ellos están metidos y en las que nos embarran cotidianamente y nos llenan de sufrimientos e injusticias.
¿Pero por qué aún es dificultosa una salida política revolucionaria a tanto oprobio?
La burguesía, la clase dominante, utiliza todo el arsenal ideológico para sostener el pensamiento único, es decir todo está en crisis pero no hay otra salida más que el parlamentarismo burgués, una vez cada cuatro años se vota y eso es democracia.
El argumento gastado y perimido pero que aún rinde frutos para la dominación es que si “querés votá por otro” y si perdés “respetá a la mayoría”. Argumentos tales como: “vos lo votaste”, “la gente es tonta y estúpida”, «no sabe lo que vota», y así miles de argumentos para sostener un sistema parlamentarista de dominación al que desde lo institucional burgués no se le presenta batalla.
El pensamiento único es que si no te gusta tenés que optar cada cuatro años por un nuevo instrumento, comediante de la realidad, como los impresentables para el 2015, y nuevamente el batallar por cuatro años y votar nuevamente por una figura creada por el márquetin impuesto de la sociedad de consumo.
Lo cierto es que nada se ha mantenido estático en la lucha de clases y en el horizonte. En la caprichosa y aplastante vida del sistema capitalista aparecen los destellos de un nuevo día.
No es fácil verlos, son hilos que se tejen en lo más profundo del sentimiento, pero esta vez comienzan a verse, van tomando color y fuerza, van tomando vida del propio amanecer, luchan por parir.
Nos referimos a que, en esa tensa lucha de clases, las fuerzas del cambio revolucionario comienzan a entrelazarse con las mayorías, se expresan en la concreción de aspiraciones, aún aisladas pero masivas, que comienzan a quebrar el pensamiento único burgués, que la democracia es algo más que votar cada cuatro años. Aparecen destellos que indican que la verdadera democracia se ejerce en forma directa y la asamblea pasa a ser la institución política fundamental de nuestro pueblo.
Esta alternativa de poder de las mayorías se viene ejerciendo desde hace mucho tiempo y en diversidad de sectores de la sociedad, eso es lo más importante y en ello nada hay que inventar por fuera de esa experiencia, pero sí es importante quebrar el pensamiento único de dominación burguesa y hacer conciencia que esa institución asamblearia, herramienta de mayorías, es la institución fundamental de un nuevo poder revolucionario y profundamente democrático.
Esta alternativa revolucionaria al sistema capitalista de dominación impuesto comienza a aparecer, pero aún es insuficiente. Aún las grandes mayorías que se codean con esas metodologías de lucha democráticas no las asocian a la administración de un nuevo poder revolucionario, a una nueva institucionalidad que está al alcance de la mano.
Esos hilos a los que hacíamos referencias irán fortaleciendo esas tramas de tejidos en la medida que se quiebre el pensamiento único de la burguesía, entre otras cosas, del parlamentarismo burgués y se le dé cuerpo, alma y conciencia revolucionaria a lo que ya se está haciendo en el sentido de revolución social a secas en donde no caben las subestimaciones a las mayorías explotadas y oprimidas.