La semana pasada se reunió la Fundación Mediterránea en oportunidad de cumplir su 37° aniversario de existencia. Dicha entidad es uno de los foros de la oligarquía financiera internacional que opera en Argentina. En la ocasión, los representantes de ese sector hicieron afirmaciones y ventilaron algunos datos que seguidamente damos a conocer:
- «La clase política debe comprometerse con un proyecto a largo plazo»…»aunque para que ello ocurra es necesario un pequeño milagro».
- «El capital más desaprovechado en la Argentina es el recurso humano».
- «En 2004 con un billete de $ 100 podían comprarse 42 kgs. de pan. Ese mismo billete, hoy sólo alcanza para 4 kgs.»
- «Con 7 millones de empleos formales no puede sostenerse a una población de 40 millones de personas».»Existen 9,3 millones de personas fuera del circuito laboral formal que si fueran incorporados a la economía, agregarían un valor de US$ 88.000 millones lo que equivale a más de dos cosechas anuales de granos» (el subrayado es nuestro).
También hablaron del déficit fiscal, la inflación, etc.
Como vemos, el diagnóstico que trazan esos empresarios y economistas burgueses es el mismo que cualquier trabajador de este país conoce ya que lo sufre en las condiciones de vida cotidiana.
Ahora, la clave de la solución a los problemas del país que pretenden resolver estos señores está en la última parte del párrafo inserto más arriba y remarcado con negritas. Ellos ven que unos nueve millones más de personas incluidas (para utilizar un término que no se cansa de usar la presidenta en cada discurso) en el mercado laboral formal producirían casi US$ 90.000 millones de dólares adicionales, que irían a engordar sus abultados capitales.
En ningún momento se detienen a reflexionar sobre las condiciones de vida de los trabajadores, lo cual es lógico porque el único interés que los mueve es la ganancia. Por el contrario, les preocupa que esa masa de brazos útiles no esté produciendo porque se trata de un ejército de trabajadores desaprovechados. Para ellos, se trata de fuerza de trabajo potencial que no produce plusvalía (nos referimos estrictamente a los desocupados ya que los obreros que trabajan en negro también generan plusvalía, o como a ellos les gusta decir: agregan valor).
Cuando la presidenta o cualquier vocero de los monopolios le habla al pueblo ofreciendo trabajo y afirmando que su preocupación es crear más puestos laborales, están diciendo la verdad. El problema no es como algunos «opositores» de derecha o izquierda pretenden hacer creer en el sentido de que el capital es maligno en sí mismo y genera desocupación porque le interesa más la ruleta financiera que la producción. ¡¡No es ése el problema!!
Por un lado, el capital financiero nace en la producción y por el otro, el problema radica en que el capitalismo tiene leyes inexorables que hacen que cuando más grande es la acumulación del capital, cuanto más se exacerba la disputa por la ganancia, cuanto más se concentra y centraliza la producción, cuanto más aguda se hace la competencia entre capitales, cuanto más tecnología se requiere para producir, más se proletarizan los sectores medios que, despojados de sus medios de vida, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para seguir viviendo, menos puestos de trabajo se ofrecen en relación a la población creciente, más bajos son los salarios y, por lo tanto, más miserables las condiciones de vida de las grandes mayorías de la población.
En síntesis, estos señores se lamentan por la incapacidad del sistema capitalista de poder «aprovechar» esa fuerza de trabajo que produciría más valor, más ganancias, más capital, al tiempo que en el otro extremo mayoritario del conjunto social, la preocupación del pueblo es la calidad de vida que pretende alcanzar.
Allí está centrada la batalla política y social entre las clases. No se trata de tener o no trabajo como nos quieren hacer creer. La oligarquía financiera y su gobierno nos prometen trabajo. Ésa es la única propuesta de la burguesía. Es más, nos ofrecen trabajo por dos pesos, trabajo agotador, o pagar para trabajar (muchos trabajos implican ingresos inferiores a lo que se gasta en movilidad y mal alimentarse en la calle). El ideal de los burgueses es trabajo para todos los que puedan ocupar a cambio de pequeñísimos salarios. No es eso lo que pretendemos como pueblo. Allí están centradas hoy las luchas de todos los trabajadores y las mayoría populares. No estamos dispuestos a resignar nuestra calidad de vida.
La burguesía nunca ofrecerá mejores condiciones de vida para el pueblo. Nunca se reunirán en un foro para discutir cómo se mejoran los ingresos de las mayorías trabajadoras. Nada podemos esperar de ellos y sus instituciones estatales. Ése es un problema que, como pueblo, deberemos resolver con nuestras luchas y unidad.
Ésta es precisamente la debilidad del poder dominante. A través de esta grieta es por donde se abren las grandes avenidas que el pueblo transita y ensanchará a fuerza de dignidad.