«Con una economía de mercado abierta al mundo y a los inversores extranjeros Paraguay avanza en su senda de desarrollo», «Paraguay alcanzó la tasa de crecimiento más alta de su historia, 15 por ciento, guarismo superado sólo por Qatar»…Estos son algunos titulares con que la prensa burguesa expresa sus grandes éxitos en el terreno de la concentración económica y política en el vecino país. Como el motor principal del crecimiento ha sido el terrible modelo sojero y la exportación de carne, proceso iniciado décadas atrás por los llamados «brasiguayos» -terratenientes del vecino Brasil que a través de la corrupción se apropiaron de decenas de miles de hectáreas- abriendo paso así a la concentración de la tierra. Casi 8 millones de hectáreas son las llamadas «tierras mal habidas», adjudicadas irregularmente por el Estado. En el país de mayor población rural de la región, la apropiación de la tierra se ha hecho a través de la intervención violenta del Estado y los terratenientes y sus paramilitares, desatando una guerra contra el campesinado y originarios. Masacres, represión, asesinatos y criminalización de la lucha social bajo la ley «Perturbación de la Paz Publica», han condenado con cárcel a decenas de dirigentes sociales y sindicales. Es así que de las tierras productivas, el 77% está en manos de 351 propietarios, que a la vez se concentran en 20 grandes empresas agroexportadoras. Mientras, son 300.000 los campesinos sin tierra que viven en la pobreza. Pero muy lejos de bajar los brazos, los trabajadores y el pueblo luchan cotidianamente. Desde los más disímiles sectores de la sociedad se alzan voces de repudio a las salvajes políticas implementadas por el poder económico implementadas a través de su gobierno, el parlamento y la justicia. Desde la iglesia se «condena la violencia y la masacres». Las centrales sindicales que luchan por aumentos en los salarios y el derecho a huelga y exigen la «Renuncia inmediata de todos los parlamentarios con indicios de corrupción y nepotismo» exigen , «Reforma Agraria Integral, recuperación de tierras mal habidas, legalización de asentamientos, diversificación de la producción» y «Preparan, organizan una Huelga General, con la participación ciudadana, creando unidad de acción entre todas las organizaciones sindicales, campesinas, sociales y populares.» Se suman a todo el movimiento las organizaciones sociales ciudadanas y campesinas que luchan contra la muerte de la contaminación producto de la sojización. Las organizaciones campesinas que a través de los más distintos métodos de lucha – pacíficos y violentos- buscan recuperar sus tierras. Hasta nuevas organizaciones políticas que expresan las distintas clases populares. Junto a la guerrilla en el norte del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) y otras organizaciones similares. Hacen que la aspiración de la oligarquía no marche impunemente por «un lecho de rosas» sino por una enconada lucha de clases. Lucha, que en la movilización permanente, encontrará una resultante unitaria que permita dar un golpe al poder de los monopolios y así dar un salto cualitativo en la lucha por el poder.