La burguesía en el poder siempre ha presentado sus negocios envueltos en paquetes que aparentan un beneficio para el pueblo. Así, por ejemplo, siendo que necesita mano de obra para explotar y obtener sus ganancias, presenta el hecho como que «da trabajo». Cuando las empresas de transporte o de servicios obtienen un subsidio del Estado, presentan el hecho como que es un beneficio para los usuarios porque de lo contrario se debería pagar un precio más caro. Y así, por cada negocio, podríamos ver que no hay nada pensado a favor de los trabajadores y el pueblo. Por el contrario, los intereses del pueblo son sólo el vehículo que se utiliza para los negocios individuales de estos capitales. Una reunión entre empresarios, o entre empresarios y Estado, o conferencia, o evento que reúna a miembros de esta clase, nunca se hace con el fin de discutir, analizar o resolver problemas de la vida de los pueblos, sino por el contrario, el objetivo siempre es mejorar y acrecentar sus ganancias y acumulación de sus capitales.
Pero en esta fase imperialista, en la agonía del sistema capitalista, con todas las contradicciones inherentes al mismo encendidas con llamas al rojo vivo, en el interior de los paquetes armados para aparentar beneficios para el pueblo se encuentran los negocios más viles, inhumanos e inescrupulosos.
Es que la práctica de más de dos siglos de mentiras, acumulación y centralización de capitales, y superproducción de los mismos ha sobrepasado los márgenes de la moral de su propia clase y la dignidad del género humano en una forma creciente, y lo que en su momento asombró al mundo entero como, por ejemplo, el estallido de la primera guerra mundial con su destrucción masiva de personas y de fuerzas productivas sociales en Europa y también en el resto del mundo, hoy es moneda corriente, ampliada a extremos nunca vistos en cualquier punto del planeta.
No hay límite de ningún tipo para los negocios del capital financiero. Lo único que puede ponerle freno es la lucha política de los pueblos tal como está ocurriendo en el mundo. Si no se opone una fuerza popular, la burguesía no retrocede. Ésta es la experiencia que en cada pellejo de los seres humanos vivientes de este mundo podemos contabilizar a ciencia cierta.
En este marco, la presidenta Kirchner acaba de reunirse con George Soros un empresario multimillonario, célebre por sus maniobras especulativas contra los pueblos de las naciones, un hombre que, a sus 84 años y con un capital neto de más de US$ 20.000 millones, está entre los veinte más ricos del mundo. El personaje mencionado es, entre otras cosas, copropietario de YPF.
No se trata de un buitre, porque los buitres comen carroña que sobra de las muertes ajenas. Se trata de una bestia carnívora cuya preferencia son los seres humanos que estamos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo, y los pueblos laboriosos con sus territorios y riquezas naturales incluidas.
En la conversación con la presidenta, este oligarca estaría interesado en comprar deuda del Estado con los fondos llamados buitres, a cambio de lo cual pretendería parte de la explotación de Vaca Muerta con condiciones ventajosas sobre el resto de los participantes en el festín.
Además, felicitó a la oligarca mandataria por el nombramiento del sacerdote Juan Carlos Molina al frente del Sedronar (organismo estatal a cargo de la prevención y la lucha contra la drogadicción).
El financista, por su parte, tiene una fundación mundial que «se ocupa de lo mismo».
Todos sabemos que las fundaciones son pantallas o paquetes que con su envoltura pretenden ocultar millonarios negocios que funcionan por cuerda separada de los controles estatales y con aval legal de los Estados, porque la burguesía, cuando las leyes de los países no les permite desplegar sus negocios lo hacen igual burlando esas leyes que ellos mismos promulgaron y que le hacen cumplir a los pueblos.
Versiones periodísticas dejan entrever que conjuntamente con Monsanto (empresa envenenadora del mundo), Soros tendría entre manos el negocio de plantaciones de marihuana «para fines medicinales» en nuestro país.
Algunos datos ensamblan con la versión, ya que el mismo sacerdote Molina es quien está fogoneando la idea de despenalizar la tenencia y consumo de todo tipo de droga. Ésta, que es una consigna sentida por toda la población y, de esencia profundamente antirrepresiva, sería el paquete, la envoltura, mediante la cual se presentaría un negocio supermillonario, legal y lesivo de la salud y vida del pueblo.
En manos de un financista como Soros con la ayuda y aval del Estado al servicio del capital transnacional, las plantaciones de marihuana con «fines medicinales» orientarán rápidamente su producción a mercados no medicinales, es decir, al narcotráfico, que le reportarían al capitalista financiero miles de veces más ganancias que el «destino medicinal»…Y todo en forma legal y avalado por el Estado.
Independientemente que dichos negocios (el de la marihuana o el de Vaca Muerta) se concreten o no, sí podemos decir con seguridad que en la reunión entre el magnate y la presidenta se habló de beneficios para el capital a costa de los trabajadores y el pueblo, y que los mismos, sobre todo en la era de capitalismo monopolista de Estado, se hacen sobre las vidas y la salud de los pueblos.