La agudización de las contradicciones interimperialistas ha llegado al punto del no retorno en la creciente decisión de distintos sectores de la oligarquía financiera de no aceptar un único liderazgo en la conducción política de la llamada “globalización capitalista”, poniendo, nuevamente, a la humanidad al borde de una guerra mundial.
La decisión de lo más concentrado de la industria y la banca – la oligarquía financiera – en su enajenada búsqueda de garantizar su maldita tasa de ganancia, abordando en las últimas décadas al mundo como territorio “propio” y apropiándose de las riquezas, de Estados y convirtiendo a sus gobiernos en gerentes ejecutivos de sus intereses, proletarizando a millones y condenándolos a miserables salarios e inhumanas condiciones de vida, ha producido grades concertaciones de capitales en los territorios conquistados. Esto ha dado lugar a nuevos centros de decisión política en la puja por la plusvalía global.
En el escenario de los “peso pesados” del imperialismo, asomaron China, India, Rusia y otros, dando paso a nuevos fenómenos de alianzas políticas como los Brics, que cuestionan el liderazgo de la clase dominante logrado en 100 años de guerras, por parte de EE.UU. y sus aliados de los países centrales de la Unión Europea.
Es así que hoy, la disputa, se lleva adelante en todo el planeta, y su manifestación mas aberrante (donde juegan todos contra todos), es el enfrentamiento armado en Irak, Siria, Ucrania, Medio Oriente, Libia, Afganistán, República Centroafricana, Yemen, y Somalia; donde con ropajes que van de nacionalistas hasta religiosos, dirimen sus intereses, dejando a su paso miles de muertos, cientos de miles de refugiados y crueles sufrimientos a los pueblos.
Agravando aún más este caos, la administración de Barack Obama se ha lanzado a la batalla por mantener y afianzar el liderazgo global de EE.UU. En recientes discursos, el presidente ha manifestado que «La gente del mundo recurre a nosotros para que tomemos la batuta y aceptamos la encomienda. Somos herederos de un orgulloso legado de libertad” y prometió “largas guerras” para poner en “orden” el mundo.
Embanderándose de humanistas y “para contener la epidemia de ébola en el Africa Occidental” envían tropas a ese continente, anunciando que las “empresas estadounidenses invertirán unos 14 mil millones de dólares en África, en proyectos de infraestructuras, energías renovables y tecnologías de la información.” Lo que se constituye en un claro intento de retomar la iniciativa en la “colonización” de África subsahariana, perdida en manos de China y Rusia, que le llevan la delantera desde hace largo tiempo.
Es en este contexto, al igual que al principio de siglo XX, a través de la mentira y el engaño o la necesidad de “elegir el mal menor”, la burguesía y los oportunistas de siempre, pretenden que los pueblos y la clase obrera del mundo tomen partido por una u otra facción de la disputa.
Las fuerzas populares y revolucionarias por principio, convicción y experiencia histórica, sabedoras de que el único enemigo de la humanidad es la burguesía monopolista, debemos levantar la bandera de la revolución social como única salida para toda la humanidad, para terminar con la esclavitud política y la explotación y opresión a que nos condena el capitalismo.