La idea, en esta nota, es comenzar a introducir un debate sobre el internacionalismo proletario en nuestra época, sin presumir tampoco de una idea o concepto categórico pero sí partiendo del proyecto político revolucionario de nuestro partido asentado en sus bases ideológicas y filosóficas de las cuales tenemos el más pleno de los convencimientos.
El primer gran paso en el sentido del internacionalismo proletario lo dan Marx y Engels cuando en 1848 publican por primera vez El Manifiesto Comunista, siendo su consigna central ¡PROLETARIOS DEL MUNDO, UNÍOS!; y en 1868 se crea la Ia Internacional Obrera. De ahí, a lo largo de más de un siglo el esfuerzo de los revolucionarios en plasmar la unidad del proletariado a nivel mundial fue incansable. La primer gran demostración de la clase obrera a nivel mundial, actora determinante hasta donde pudo y como pudo, de la mano de las ideas comunistas, fue sin dudas la declaración del 1° de Mayo como una jornada mundial de lucha que entusiasmó a la clase obrera de todo el planeta pues enarbolaba el reclamo de las 8 horas, la paz y el sufragio universal.
El otro hecho trascendente fue la constitución, producto de la Revolución Rusa, de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que más allá de la resultante y el desvío posterior de dicha revolución, se constituyó en la primer experiencia internacionalista del proletariado en la toma y el sostenimiento del poder.
Luego vendrían la IIIa Internacional Comunista, impulsada por Lenin; y así, entre aciertos y errores, comenzó a forjarse el concepto de internacionalismo proletario, donde muchísimas páginas habría que escribir para enumerar la cantidad de demostraciones y hechos del internacionalismo donde cada época marcó diferentes características, no siendo menor en la Historia el papel que jugara el Che en África y América Latina, como también la Cuba Socialista, donde el pueblo cubano dio sobradas muestras de internacionalismo siendo la más destacada la guerra en África en la victoria contra el apartheid.
No menos importante fue la experiencia realizada en el Cono Sur de nuestro continente con la unidad existente de las fuerzas revolucionarias luego aglutinadas en la Junta Coordinadora Revolucionaria, y la cantidad de compañeros de nuestro partido y uruguayos, bolivianos, chilenos, peruanos, paraguayos, que fueron combatientes internacionalistas en los lugares más remotos, siguiendo el ejemplo del Che.
Las experiencias desarrolladas hasta ahora van a ser diversas en los diferentes momentos históricos, condicionadas fundamentalmente por el desarrollo de las fuerzas productivas, donde en ellas, los conceptos de la cuestión nacional, los regionalismos, la religión y la inserción internacional con desarrollos desiguales en lo productivo y, por lo tanto, sociales, sumado a ello el marco de la Guerra Fría y el mundo “polarizado”, achicaba el margen naturalmente de las implementaciones políticas de consignas a nivel mundial.
A pesar de ello, fue gracias a dicho internacionalismo que accedimos los pueblos del mundo a las ideas y escritos revolucionarios de Marx, Engels, Lenin y tantos otros, y que tomamos el conocimiento de la experiencia de los diferentes pueblos. Esto en un contexto de plena persecución represiva a todo este tipo de escritos pues eran los portadores de la ciencia proletaria a todo el planeta.
Pero el internacionalismo parte de una base material porque, como afirmó Marx, el capital es internacional. Y la Historia se encargó de corroborarlo. Por ello el concepto de internacionalismo está basado en la unidad del proletariado mundial para liberarse de la explotación del capital, y en ese rumbo, lo que se ha hecho hasta ahora no ha sido poco por más que les pese a algunos y vociferen sobre la inexistencia de la clase obrera o el fin de las ideologías.
Pero internacionalismo no es solidaridad. Esta es un aspecto inherente del internacionalismo. En su concepto más profundo, el internacionalismo es cómo vertebrar políticas comunes que golpeen y debiliten a la burguesía en todos sus terrenos. A los proletarios los une la explotación de los capitalistas, y hoy, producto del grado alcanzado por las fuerzas productivas y su desarrollo, en el marco de una revolución tecnológica, sumado al tremendo proceso de concentración económica, se puede afirmar que la oligarquía financiera está globalizada, hasta incluso hablan de un gobierno global único (pero no pueden por su propia guerra de intereses). Ya se adueñaron de los Estados Nacionales, y las casas matrices lanzaron sus representaciones productivas en múltiples países donde el producto que llega al consumo tiene componentes de diferentes lugares del planeta como nunca antes. Todo esto, sumado a las nuevas comunicaciones donde se puede interactuar desde todos los puntos del planeta, incluso desde los países más atrasados, ha generado una base material que creó condiciones de una calidad superior como nunca antes para desplegar el internacionalismo desde el concepto de la unidad en torno a la lucha contra el capital.
Nosotros partimos de la idea que la construcción del poder arranca en las unidades productivas. Estas, en casi su totalidad, son monopolios o satélites de dichos monopolios. Ahí es donde más les duelen los golpes, y se puede hacer desde un plano global. De hecho, por ejemplo, en el conflicto de VALEO, en la toma de la fábrica en febrero, simultáneamente se tomaron las plantas de VALEO en Brasil y en España, que si bien esto no estuvo coordinado fue un factor que ayudó muchísimo al triunfo de febrero (más allá de la extraordinaria lucha de los obreros de Córdoba). Incluso con alguno de estos dos países se interactuó en las comunicaciones. Si bien se dio en un contexto de cierta improvisación y sobre la marcha, lo esencial es lo que marcó la experiencia en la importancia de interrelacionarse con los obreros de la misma empresa en otros lugares del mundo.
Por ello, no nos tiene que sorprender que surjan luchas en una empresa a nivel global. Más aún, es menester que las vanguardias en las fábricas trabajen en esa dirección, y sobre todo en un tiempo en donde esas experiencias ya están empezando a dar sus primeros pasos, aunque al principio sean regionales y luego serán intercontinentales.
Estas bases materiales que generó el propio capitalismo comienzan a quebrar barreras culturales y locales, y los proletarios del mundo terminan destrabando obstáculos que otrora nos ponía la burguesía como los nacionalismos que disfrazaban la cuestión de las clases y la lucha de clases.