A diario nos inundan con un montón de noticias del plano internacional, reflexiones y análisis sobre la marcha del capitalismo. En nuestro país la cuestión no es menor y tampoco muy novedosa. En los años 70 del siglo pasado se “venían los capitales japoneses” e inundarían la “canasta de ilusiones” de nuestro pueblo. Así, hubo de todo, incluso acuerdos bilaterales con la URRS bajo la dictadura o grandes reformas a partir de la tan mentada globalización.
Siguen pasando los años pero la cuestión de fondo no cambia, el capitalismo sigue siendo capitalismo y la lucha de clases sigue siendo lucha de clases.
Resulta que ahora hay “nuevos actores” (le dicen muy graciosamente: actores sociales) y como pasa siempre en las películas, hay buenos y malos. Ahora los chinos y los rusos “salvan al mundo” y a nosotros en particular nos “cobijarán” con grandes inversiones. Los BRICS no escapan en esta escena y todo, absolutamente todo “está dado vuelta”.
Es curioso, hay algo que esencialmente no ha cambiado y eso es: las relaciones de producción, ¿qué quiere decir esto? Que aún hay una clase dominante, la burguesía que es dueña de los medios de producción y que para desarrollarse y sostenerse como clase dominante tiene que profundizar la explotación y opresión sobre la clase obrera mundial y los pueblos oprimidos, tal como lo hace en nuestro país.
Esas grandes mayorías “valuadas” en más de 7000 mil millones de almas en las noticias cotidianas no aparecen, nos apabullan con los rusos, los chinos, los alemanes, los yankees.
Es difícil, a modo de ejemplo, que los obreros de la fábrica de aviones Embraer, en Brasil, que por estas horas paralizan la producción por reclamos varios, sean primera plana de nuestros matutinos. Ni qué hablar de esas luchas proletarias de ese mismo Estado, nuestro vecino, que llevaron a cabo en toda la industria metalúrgica.
Nos quieren meter en un berenjenal de luchas intermonopolistas obviando la lucha de clases, en definitiva nos presionan para que elijamos un mal menor. Pero de allí a cambiar las relaciones de producción absolutamente ¡No!
Nosotros consideramos que a la oligarquía financiera, sector de la clase burguesa dominante en la actual etapa del capitalismo hay que conocerla y caracterizarla sin ninguna especulación, es por ello que nuestro pensamiento la define en el plano político de crisis, es decir, una permanente disputa entre sectores de esa oligarquía sin el dominio de un sector predominante por sobre los otros, su frente interno los lleva a más caos, más enfrentamientos, más divisiones que atentan contra una mayor concentración política que ellos necesitan para una base material de concentración económica existente.
Es en este sentido que los revolucionarios nos embretamos en la lucha de las clases y ahondamos nuestras políticas revolucionarias muy lejos de cualquier “tentador” oportunismo ofrecido como «mercancía de góndola de supermercado”. Rechazamos de plano la idea de encontrar un nuevo “liderazgo” burgués. La política revolucionaria no se codea con el oportunismo y no por ello deja de ser política.
El capitalismo dejó hace mucho tiempo atrás las migajas de ese capitalismo de Estado al que hacíamos referencia en donde aún las burguesías nacionales ocupaban un puesto en las trincheras de los Estados.
Lo dominante en el mundo y en nuestro país es el Capitalismo Monopolista de Estado y ningún país capitalista del planeta escapa de esta caracterización. Los Estados están subordinados planetariamente a una oligarquía financiera sin fronteras aunque en sus formas convivan las llamadas burguesías nacionales en función de favorecer aún más los procesos de concentración económica de cada sector en pugna.
Es un momento de la historia de la sociedad humana muy compleja y es por ello que en esa nebulosa en que ellos se encuentran nos quieren transmitir falsos caminos de salida.
Por el contrario, en épocas de sombras para el poder dominante de lo que se trata es pararse en los principios revolucionarios y desde allí transmitir en un lenguaje directo la gran posibilidad histórica que se nos abre para avanzar en la lucha por el poder.
Es un tema de todos los explotados y oprimidos, no es un problema de pocos, de los mal llamados “conscientes”, de los “esclarecidos” o de “educados”. Ésta es una época histórica en donde se está transitando embrionariamente el proceso revolucionario que liquide de una vez por todas la esencia de la dominación clasista que son relaciones de producción que frenan el desarrollo social. Hay que ir a fondo, azuzar las contradicciones interburguesas, debilitarlos con más luchas de conquistas dentro del sistema y simultáneamente seguir preparando las fuerzas de la revolución.