Los medios de comunicación burgueses vienen sosteniendo su “preocupación” por la penetración del narcotráfico en nuestro país. No es novedad para nadie, que el tráfico y consumo de drogas ha crecido exponencialmente, y que la organización para llevar adelante ese negocio se ha multiplicado otro tanto. Pero las preocupaciones de la prensa esconden, como siempre hace la clase dominante, aspectos fundamentales del problema.
En primer lugar, si bien el narcotráfico es un negocio ilegal, es una de las actividades que más capital mueve en el mundo, reportando extraordinarias ganancias. Por lo tanto, esas multimillonarias cantidades de dinero de la droga, forman parte del movimiento de capitales que la oligarquía financiera internacional busca centralizar a nivel planetario; paraísos fiscales, empresas fantasmas, bancos serios y con trayectoria, son utilizados por la burguesía monopolista en el mundo para hacerse de los capitales de la droga y así acrecentar su tasa de ganancia. De allí que toda actividad que tenga que ver con el consumo y tráfico de drogas es una actividad “regulada” por los grandes capitalistas y, por supuesto, por los Estados a su servicio. Por lo tanto, la denuncia de que el narcotráfico “penetra” las estructuras del Estado porque corrompe a las mismas, es de una falsedad absoluta: los Estados son corruptos por el carácter explotador del sistema capitalista y el narcotráfico lo único que hace es utilizarlo como parte del andamiaje que sirve para defender y acrecentar las masas de capital, producto de ese negocio.
En segundo lugar, si bien el comercio de la droga no revisa pelo ni seña, ni tampoco clase social para su expansión, la “mano de obra” que se utiliza para desarrollar el negocio, al igual que la que se utiliza en la producción, es aportada por sectores del pueblo. Cuando se destaca que en las zonas más marginales de la sociedad es donde florece y se desarrolla el negocio, se pone el acento que esto es así porque allí nuestros jóvenes ganan “mucho dinero”; no se toma en cuenta las enormes ganancias de las que se apropia el capitalista de la droga y que, por lo tanto, lo que destina al pago de esa mano de obra es la paga miserable al último eslabón de esa “cadena productiva”. Nuevamente, así como en la producción, el salario no es alto ni bajo sino que está en directa relación con lo que el capitalista se apropia para garantizar su ganancia y la acumulación de más capitales.
En tercer lugar, el narcotráfico, como negocio manejado por capitalistas, tiene como objeto (además de la ganancia) utilizar el consumo de drogas para destruir la voluntad de lucha de nuestro pueblo. El capitalista produce la materia prima, fabrica la droga, la vende y orienta el consumo para imponerla como salida individual a los innumerables problemas que el propio sistema provoca. Con el consumo se busca alienar la conciencia del ser humano como ser social y esto incluye que la droga se pueda utilizar hasta en la producción para “mitigar” fatiga, dolor, cansancio y, principalmente, tratar de apagar el fuego de la rebeldía que enciende la explotación.
En cuarto lugar, el descontrol que describen los medios del sistema acerca de la llegada de jefes narcos y organizaciones de otros países, no es distinto de lo que sucede en el resto de los países del mundo y con el resto de los negocios legales. El narcotráfico es un negocio mundial y por lo tanto busca permanentemente, como cualquier otro capital, desarrollar su actividad allí donde evalúa las condiciones para su crecimiento.
La particularidad que se da en nuestro país es que la crisis política que atraviesa a toda la clase dominante, en la que ningún sector de la burguesía monopolista logra hegemonizar el proceso y disciplinar al resto de su clase, afecta también al negocio del narcotráfico. Este, replica las disputas y guerras intermonopolistas que se expresan en los negocios legales y, por lo tanto, seguramente no se podría definir un sector u otro del narcotráfico que se imponga, no sólo militarmente sino políticamente, al otro.Por lo tanto, la guerra es abierta y despiadada, así como lo es entre monopolios en el conjunto de la burguesía en nuestro país.
Lo dicho: los medios burgueses informan y desinforman a la vez acerca del origen y las causas de este tema. Narcotráfico es burguesía y burguesía es Estado. El problema es un problema de clase y como tal hay que analizarlo para enfrentarlo entro del marco del proyecto revolucionario.