El «salario chino», piedra angular del «éxito» en la incorporación de millones de campesinos pobres a la industria manufacturera, su incorporación al consumo capitalista y el descomunal crecimiento del producto bruto industrial en china, ya ha quedado atrás. Como tambien, el sueño de la Unión Europea y Estados Unidos de haber encontrado su definitivo «lugar en el mundo» para la explotación y opresión sin limites.
La realidad de la lucha de clases se hizo luz para los medios burgueses, cuando el pasado mes de abril, en la principal fábrica de Yue Yuen, una subcontrata taiwanesa proveedora de muchas multinacionales de calzado deportivo como Nike y Adidas, se vio sumergida en la llamada por los medios «rebelión de la pata de pollo y el banano».
En ella, los 40.000 trabajadores decidieron retar a la ley que prohíbe las huelgas y decretaron un paro indefinido en reclamo de un bono de 100 US$, y el cumplimiento del salario a los jubilados, entre otras demandas laborales. Lo que se convirtió en una de las mayores huelgas jamás protagonizadas por los trabajadores chinos en el «socialismo».
La creciente lucha por el salario y las condiciones de trabajo, han hecho que las huelgas crecieran en los 3 primeros trimestres del 2014, mas del 100% respecto a los datos del año pasado. Sólo en septiembre los trabajadores de 165 fábricas han entrado en huelga. La embestida de los trabajadores ha logrado que hoy, el salario industrial medio chino de 700 US$, sea apetecible para muchos trabajadores del mundo.
Esta situación ha hecho que la burguesía monopólica emprendiera un verdadero éxodo con su industria manufacturera, en busca del perdido «salario chino»… Así es que Vietnam, Camboya, Laos, Myanmar y Tailandia, a la que llaman la «nueva China», son el nuevo paradigma del «éxito» capitalista.
Evocando a la china de los 90 y su dinamismo manufacturero, estos países ofrecen miserables salarios de 250 US$ en Vietnam, 130 en Camboya, 110 en Myanmar y 140 en Laos, para garantazar políticas de explotación y opresión sin límites. La nueva «conquista» de la oligarquía financiera durará lo que la inefable lucha de clases lo determine, y la nueva clase obrera de los cinco países de la «nueva China», tendrán su oportunidad de escribir su propia historia.