En Puerto Tirol se ubica el Parque Industrial más grande de la provincia del Chaco, su intendente Sager, también candidato a gobernador, se jacta de tener desocupación cero y del gran crecimiento que se produjo en los últimos tiempos. Sin embargo, aparece un contraste que enluta a toda la sociedad: en un par de años doce adolescentes y jóvenes “han sido suicidados”, y la lista pudiera ser más larga según los lugareños y si se mirara mejor.
Este mismo fenómeno se repite en varios pueblos: Tres Isletas, Avia Terai, La Leonesa, y no sabemos cuántos casos más y en cuántos lugares, ya que esto sale a la luz, cuando parte del pueblo reclama o da una voz de alerta.
Decimos que los han suicidado porque este sistema no les genera ninguna expectativa, no ven ningún futuro. Solo la marginación, la explotación, la exclusión, la indignidad.
Como trabajadores, como pueblo, nos agreden continuamente. Con la corrupción propia de este sistema, con todos los tipos de violencia, con la desocupación, y cuando hay trabajo, con la explotación. Nos someten a la indignidad. Las opciones que plantea el sistema son todas dañinas, son hambre para hoy, para mayor hambre mañana.
La triste salida que muchas veces persiguen los jóvenes es la rápida: suicidarse violentamente, o la lenta, el alcoholismo, la droga. No son opciones individuales, son problemas sociales, son políticas de estado de los monopolios que no tienen en cuenta para nada al hombre, y que ven en nosotros una mercancía. Los productos basura que nos entrega como otra mercancía: que nos maten, no importa.
Sin embargo, en las fábricas, en las escuelas, en los lugares de trabajo, en los barrios, estamos construyendo una salida, una salida revolucionaria, en donde el ser humano es el centro de la resolución de los problemas, de las aspiraciones como humanidad. Sabemos lo que tenemos como fortalezas. Nos preocupamos por el otro que está necesitando una mano. Salimos a denunciar las injusticias y a exigir que nos den respuestas, empezamos a construir nosotros mismos las soluciones.
Parados en la rebeldía de nuestro pueblo y de nuestra juventud, ya empieza a madurar esta nueva sociedad que necesitamos. Que cuestiona este poder, el poder de los monopolios y sus alcahuetes de este Estado, que va construyendo un nuevo poder que desde la clase obrera y su pueblo va organizándose, desde las acciones para tomarlo y dirigir nuestras vidas.
Como responsabilidad número uno, los revolucionarios, tenemos que hacer conocer y llevar adelante el proyecto revolucionario que libere a nuestro pueblo de todo tipo de indignidad. ¡El proyecto existe, tenemos un futuro!