Frente al avance de los trabajadores y su lucha, la burguesía intenta mostrarse fuerte y firme, pero no hace más que exponer su miedo y debilidad política.
Los trabajadores, en las bastas experiencias de lucha que venimos haciendo, vamos encontrando las formas y los cómo. Sin receta alguna pero con firmes principios en la unidad y en la organización autoconvocada, los caminos se allanan y vamos encontrando la forma más directa de conquistar y avanzar. Las asambleas pasan a ser indispensables a la hora de tomar decisiones, pero también para fortalecer a los trabajadores y su independencia política. Es que teniendo esta herramienta, los sindicatos son salteados por los trabajadores y van directamente al grano, sin intermediarios ni burócratas, con el protagonismo que les corresponde.
Esto es un gran dolor de cabeza para la burguesía, que ve en cada asamblea y en cada paro una gran pérdida económica, pero también en lo político, ya que ven cómo la clase obrera se envalentona y va por más. En cuestión, se les va todo de las mano y quieren pararlo pero no saben cómo.
Sus iniciativas los entierran cada vez más.
Actúan como clase y no dudan en tratar de quebrar y apechugar la organización que desde abajo les sopla la nuca. Los despidos o suspensiones, el apriete a troche y moche, amenazas de sanciones, la imposición de nuevos reglamentos y demás, son las maniobras que tienen. Pero lejos de meter el miedo a los trabajadores, logran lo contrario ya que nos damos cuenta que los que tienen miedo son ellos (y hacen bien en tenerlo). A todo esto, son tantas las contradicciones que tienen que, a cada iniciativa de ellos, más se les cae la careta de “democráticos” y buena gente y se muestran como son, unos explotadores y opresores de primera calaña. Esto no hace otra cosa que despertar un mayor odio de clase, no hace más que unirnos y dejarnos el panorama más claro: Gobierno, empresas y sindicatos frente a los trabajadores y el pueblo.
Una propuesta que calza como un guante.
La lucha de clases crece día a día. Es que mientras haya explotados y miseria por un lado y explotadores y ganancias por el otro, todo tenderá a tensarse cada vez más.
Por un lado, la unidad de dichas fuerzas es el desafío y por el otro, que las mismas tomen el camino revolucionario, el de la lucha por el poder y el socialismo, el de los cambios profundos por una sociedad en la que las mayorías decidamos cómo queremos vivir.