Cuando se acerca cada cierre de fin de año, es casi “una tentación” para los revolucionarios hacer un balance sobre qué es lo que ha pasado en nuestro país en lo que al desarrollo de la lucha de clases se refiere. A pesar de que somos concientes que el 31 de diciembre no termina ni cierra ninguna lucha, y que es virtualmente imposible rememorar todo lo ocurrido, es interesante detenerse en la intensidad con la que se ha manifestado la clase obrera y el pueblo durante todo este 2014.
El año arrancó con un conflicto de los trabajadores estatales en Neuquén por un 35% de aumento salarial marcando la cancha de todo lo que vendría; la lucha por el boleto en Mar del Plata; los petroleros de Chubut; los vecinos del Barrio Korn en contra del desalojo; los aceiteros de San Lorenzo en contra el ajuste; el combate de Pampa del Indio; la lucha contra Monsanto en Malvinas Argentinas, Córdoba; la toma de las autopartistas de Córdoba y la lucha en Valeo; el conflicto de los trabajadores de Ecotrans; la dignidad de la comunidad Winkul Newen en Neuquén; la experiencia unitaria de los trabajadores en el parque Industrial de Pilar; la huelga en el Chaco de más de 10.000 trabajadores estatales; desde los más de 40 días de paro en el Ingenio San Isidro de Salta, hasta las movilizaciones en el Barrio Lacalle en González Catán; en la Rioja por la defensa de la educación; el conflicto en Gestamp; de los docentes en Salta; de los obreros de El Tabacal y de los trabajadores de Acero Zapla contra el ajuste; el conflicto en Quickfood, en Lear, en Emfer-Tatsa; la lucha en el Ingenio La Esperanza y en el pueblo de Loma Blanca en Jujuy; los estatales de Mendoza; los trabajadores del Puerto de Rosario; de Aluar en contra el impuesto al salario; los petroleros de Chubut y Santa Cruz; la lucha de las comunidades en Neuquén; el reciente paro de los petroquímicos de Zarate y Campana; y un sin fin de otros reclamos que se dieron en todo el territorio de nuestro país (y del mundo), hacen que este 2014 haya sido realmente un nuevo año muy candente.
Los niveles de organización, de confrontación, de conciencia, de unidad y de masividad, se fueron acrecentando al calor de las luchas que recorrieron y recorren nuestro país. Muchas de ellas han tenido características que no se habían expresado en todo su esplendor en años anteriores. Estas características, que son propias del momento que transitamos, desnudaron las políticas que digita el gobierno de los monopolios a favor de las trasnacionales, resumiéndose el caminar del pueblo, en acciones directas que afectan los intereses de la oligarquía financiera.
Esta impronta, impregnada en la conciencia colectiva de la clase obrera y el pueblo, es subestimada por la superestructura política, que en muchos casos quiso montarse sobre reivindicaciones genuinas; fue ninguneada por los medios de comunicación burgueses, que ocultaron sistemáticamente la autoconvocatoria de masas, y en los casos que los reclamos tomaron estado público, tergiversaron los hechos. No faltó tampoco la manipulación de las luchas a través de los mecanismos del Estado para intentar encorsetarlas dentro de la institucionalidad burguesa, quedando al desnudo el nivel de debilidad política que los atraviesa.
Ni empresas, ni sindicatos, ni gobierno han podido contener las luchas de las masas, ni con leyes, ni con patotas, ni con organismos y organizaciones nacidas desde las entrañas del poder, ni con discursos descalificadores de parte del poder.
El avance que nuestro pueblo ha expresado en cada contienda, profundizó y evidenció la crisis política, que atraviesa a escala mundial el sistema capitalista. Por eso, esta etapa está marcada por el determinante protagonismo del pueblo en las definiciones políticas, mediante el ejercicio de la lucha autoconvocada avanzando en la acumulación de fuerzas, expresando el altísimo grado de dignidad que llevan impregnadas las diferentes luchas, y los diferentes niveles de organización independiente que se van gestando.
Como ya lo hemos dicho, las “diferentes propuestas” de la burguesía, ya sean las denominadas de derecha o los nacionales y populares, están condicionados a la hora de tomar sus medidas políticas y económicas, e imposibilitados de hacer lo que quisieran. La situación de bronca que recorre las calles, las fábricas, las escuelas, los diferentes ámbitos sociales, hace que piensen mucho antes de dar un paso, ya que les espera un mayor enfrentamiento abierto con los pueblos.
Toda la experiencia acumulada en estos años, fundamentalmente en esta última etapa que transitamos, muestra una clara disposición de los trabajadores a luchar, a organizarse y a romper con los planes de los monopolios, unificando las acciones en consignas que sintetizan el sentir de todo el pueblo.
Entramos en una etapa de ofensiva de masas, donde la situación revolucionaria dada por la imposibilidad de los de arriba de dominarnos como lo venían haciendo, y la negativa de los de abajo de no querer seguir viviendo como hasta ahora, es lo que marca a fuego el terreno de la lucha de clases.