Una fecha, ésta, plagada de estadísticas, balances, informaciones varias y previsiones provenientes de distintas usinas tales como los medios masivos de difusión, instituciones, gobierno y múltiples asociaciones de empresarios que pretenden hacernos creer que hay proyectos para el año que viene, sobre decisiones que supuestamente se van a ir dando en función de mejorar las vidas de la población y nuestro país.
El fenómeno aparece en lo más alto de la escala social capitalista, como ardientes discusiones entre personajes que representan a otros tantos sectores que pujan entre sí. Las diferencias, por un lado, son reales si al tema se lo mira desde el punto de vista de las disputas por las decisiones de Estado a tomar para beneficiar sus negocios privados y por situarse en los lugares claves que les permitan ejercer esa función. Diríamos sin temor a equivocarnos que allí hay una guerra a muerte por la desaparición del contrincante. Todo esto, claro está, acicateado y profundizado por el avance constante de la lucha de clases.
Mientras tanto, en la esencia de la confrontación de clases, lo que está detrás del fenómeno y, a la vez, se pretende ocultar tozudamente pero que, sin embargo sentimos en nuestros bolsillos y en el transcurrir de la vida cotidiana que se nos hace cada día más dificultosa, es la línea común de todos los discutidores basada en un único objetivo de clase: la reducción de nuestros ingresos para la obtención de mayores ganancias.
Siempre es bueno y útil para analizar el comportamiento de las clases descubrir cuál es la esencia que se esconde detrás del fenómeno que aparece. En el caso que nos ocupa, ver siempre detrás de los fuegos de artificio las conductas de clase de la burguesía monopolista nos permite conocer y confirmar que son una sola clase frente al proletariado y al pueblo y que siempre actuarán, en última instancia, como clase única para obtener ganancias a costa de nuestro sufrimiento.
Ahora bien, cuando decimos: en última instancia, estamos afirmando también que aparecen otros comportamientos que si bien tienen que ver con su pertenencia a la clase explotadora, no reflejan esencialmente el enfrentamiento contra los intereses del pueblo y del proletariado, aunque son producto irremediable de la misma lucha de clases. Porque esencia y fenómeno siempre van de la mano. Pero como toda categoría dual de la ciencia filosófica del proletariado, los dos términos son parte de una sola unidad y cambian entre sí según el desarrollo y el tiempo (en una palabra, las circunstancias históricas en este caso).
Por eso ver el comportamiento esencial de la burguesía frente al proletariado y al pueblo nos sirve para ubicarnos frente a ella y saber definir nuestra conducta revolucionaria para enfrentarla hasta llegar a doblegarla. Pero, a la vez, ver los fenómenos de las luchas entre burgueses es también fundamental para incidir en esas contradicciones, ahondar su desunión y favorecer su resquebrajamiento al compás de la lucha de clases y fijar las tácticas adecuadas para deshilacharlos, dividirlos aún más y establecer los flancos más débiles para desgastarlos, a la vez que nos fortalecemos, nos unimos y nos fogueamos en la contienda.
Siempre tenemos que analizar conjuntamente ambos aspectos que se interinfluyen y actúan uno sobre otro. Es tan equivocado ver sólo la esencia y desestimar el fenómeno como hacer lo contrario en forma absoluta. Pues ello, en un caso, no nos permitiría ver las propias contradicciones entre monopolios y en otro, nos cegarían los fuegos de artificio confundiendo lucha entre monopolios con lucha antimonopólica. Ubicar la esencia y el fenómeno en el espacio y el tiempo correctos y sus cambios de un término a otro y a la inversa, nos permite situarnos correctamente en la fase a transitar.
En el año 2015 que se aproxima la burguesía monopolista tendrá que abordar, en el marco de la profundización de la lucha de clases, el proceso electoral en donde se disputarán los cargos, los puestos de decisión y los negocios que marcarán el rumbo del futuro gobierno.
Este fenómeno va a marcar a fuego la situación dual: el camino de intentar reducir nuestros ingresos en general para aumentar sus ganancias, lo cual significa retacear salarios, ajustar los niveles de superexplotación, aumentar y generalizar impuestos, elevar precios de productos y servicios, ajustar en educación, salud, jubilaciones y pensiones, y otros servicios, aumentar las condiciones de inseguridad para las vidas de las mayorías populares, etc… Éste, a su vez, va a estar jalonado por el ahondamiento de la movilización y luchas populares que aumentarán las disputas intermonopólicas a muerte entre sí mientras intentan lograr, en el proceso electoral y por otros medios, los lugares y negocios individuales que a cada monopolio le permita desarrollar más y mejores ganancias, no solamente a costa del pueblo (lo cual es natural para ellos) sino a costa de su propia clase.
He ahí el destino irremediable de una clase que quiere perpetuarse y que jamás encontrará la paz que anhela para su existencia ni el elixir de la vida eterna.