La crisis política en que esta empantanada la oligarquía financiera globalizada, como consecuencia del tenaz rechazo de la clase obrera y las clases populares a las globales políticas de ajuste y reducción salarial, complica, cada día mas, la salida de su crisis económica, divide a la clase dominante en distintas fracciones debilitándola y agudizando su contradicciones internas. Todo esto se manifiesta en “los más oscuros rincones del mundo”.
En nuestro país, las luchas de los trabajadores han condicionado y obligado a la clase dominante a retroceder en sus violentas políticas de reducción salarial y despidos, subsidiando a las empresas para que no produzcan reducción de personal, entre otras medidas dirigidas a contener el volcán de la ira popular.
En Brasil, en el gigante proletario de Sao Bernardo do Campo (ABC San Pablo), los 13.000 trabajadores de la planta de Volkswagen, lanzaron el día 6 de enero una huelga rechazando el despido de 800 trabajadores.
Como siempre, la empresa se negó a dialogar, lo que produjo duros enfrentamientos con las fuerza de seguridad, con el intento de los trabajadores de tomar la administración del complejo industrial.
Pero la semana pasada, se produjo un contundente echo político que cambio decididamente la correlación de fuerzas. Los 11.000 trabajadores de Mercedes Benz y los 4.000 de Ford se unieron a los reclamos de VW, en un paro de 24 hs y se movilizaron 20.000 trabajadores por el ABC, haciendo entrar en pánico a la burguesía y su gobiernos.
De allí en adelante todo cambió. Se abrieron las negociaciones y luego de 11 días de huelga, el viernes último se llegó al acuerdo. Reincorporación de los 800 despedidos, estabilidad laboral hasta el 2019 y 2% de aumento salarial sobre la inflación.
Este gran triunfo de la clase obrera brasilera pone sobre la mesa el poder de la unidad en el enfrentamiento clasista, y marca el camino para pararle la mano a todas las políticas de la oligarquía financiera.