La ciudad de Neuquén, es una de las que conforman el Departamento Confluencia, cuyo nombre se debe a que la ciudad se encuentra en la confluencia de los ríos Limay y Neuquén, de dicha unión nace el Río Negro.
Tanto el Limay como el Neuquén se forman en la zona cordillerana como producto del deshielo de la nieve acumulada en la ladera de las montañas.
Es lógico suponer que, al conocer esto, cualquier persona que no viva en la ciudad piense que los habitantes de la misma cuentan con agua en abundancia y de excelente calidad. Sin embargo, ello está lejos de la realidad.
Al llegar cada verano, en los barrios de Neuquén, el agua escasea y los vecinos se ven obligados a racionarla; esta situación empeora con las constantes roturas de las cañerías; casi todas las semanas, debido a la antigüedad de las mismas y a la falta de inversión del Estado, miles de habitantes se ven obligados a soportar las altas temperaturas del verano durante días sin contar con el suministro de algo tan elemental y necesario como el agua.
Al problema de la falta de agua hay que agregarle la mala calidad de la misma como consecuencia de los altos niveles de contaminación.
El Río Limay se encuentra contaminado principalmente con los efluentes cloacales que, son arrojados sin ningún tipo de tratamiento por todos los municipios que se encuentran en sus márgenes. En el caso del Río Neuquén, la situación es mucho más grave, ya que, la contaminación de éste se debe a hidrocarburos y metales pesados provenientes de la actividad hidrocarburífera. Al respecto y, para dar sólo un ejemplo, la AIC (Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas), organismo que administra el uso de los recursos hídricos de la región, informó que el agua proveniente del Lago Los Barreales, que se alimenta con el agua proveniente del Río Neuquén, no puede ser usada ni como agua de recreación debido a la alta concentración de hidrocarburos de cadena larga. A pesar de ello, la misma es utilizada en las ciudades de Cutral Co y Plaza Huincul como agua potable. Es decir que, un agua en la que un ser humana no podría ni siquiera bañarse, es suministrada para su consumo por las mismas autoridades del Estado que son concientes del daño que provocan.
Si esto puede considerarse como grave, lo que sucede en los barrios más alejados del centro de la ciudad, es realmente dramático.
En Colonia Nueva Esperanza, sus habitantes, para subsistir, se dedican fundamentalmente a la cría de patos, gallinas o cerdos, entre otros animales, algunos tienen caballos y abundan los perros; el agua de red llega sólo a algunas casas, pero como no es potable, los vecinos no pueden tener huertas.
El suministro de “agua potable” es realizado por el municipio a través de camiones cisterna que reparten unos mil litros por familia, en algunos casos, día por medio y, en otros cada cuatro días. Mil litros por familia, para beber, cocinar, higienizarse y darle a los animales.
Sonia, una vecina que vive allí desde hace veinte años, afirma “yo creo que no es potable” “sobre todo cuando llueve, viene como con algunos bichitos”, sin embargo, “la tomamos igual” cuenta “porque también tiene un poco de olor a cloro”.
En Valentina Norte Rural, otro barrio del oeste neuquino, el panorama es aún peor, porque registra la mayor concentración de pozos petroleros en zonas urbanas; el barrio convive con un yacimiento de petróleo y creció tanto, que quedó integrado al mismo.
Sus habitantes son reacios a dar información porque, según un vecino del lugar, “la otra vez nos quejamos y nos vinieron a apretar unos punteros”, igual cuenta que “el agua que traen queda con restos de pintura de los cisterna. Ves pedacitos de pintura cuando la vas a tomar”.
Aquí, por iniciativa propia, los vecinos contrataron una empresa para sacar agua de pozo, la que les informó que la misma estaba contaminada con plomo, comprobando lo que algunos funcionarios, municipales y provinciales y, las propias empresas, reconocen en voz baja.
Lo común de todos los veranos es la falta de agua y también, las protestas de la gente, porque la que se les suministra no les alcanza. Algunos, los que pueden, la compran en bidones y, solidariamente, le dan algunos baldes de agua a los más necesitados.
En la provincia de Vaca Muerta, donde se hacen obras tan faraónicas como innecesarias y los funcionarios al servicio de los monopolios petroleros nos tienen acostumbrados a escuchar el anuncio de la inversión de miles de millones de dólares, no se realizan las obras más elementales de infraestructura que le permitirían a la gente llevar una vida normal.