El conurbano bonaerense constituye la región más densamente poblada de nuestro país. Casi 16.000.000 millones de personas se afincan allí. De esta cifra mas de la mitad, aproximadamente 10.000.000 millones viven en los llamados segundo y tercer cordón del conurbano, que es la franja que bordea a los municipios que rodean la Capital Federal. Hablamos de una región que está entre 15 y 20 kilómetros de distancia del centro de la capital y que se extiende otros 20 kilómetros más hacia el interior de la provincia, una franja de 40 kilómetros de ancho que circunvala la ciudad capital. Para graficar: la totalidad del transporte público muestra aquí su colapso, abarrotado por cientos de miles de trabajadores que viajan kilómetros y kilómetros para llegar a sus lugares de trabajo; las escuelas muestran su abandono; la ausencia de hospitales se evidencia por las sinuosas y abultadas colas para ser atendidos, por la carencia de servicios y especialidades medicinales y por la atención deficiente. La proliferación de enfermedades se ha incrementado notablemente en estos últimos años y la cantidad de enfermedades no tratadas por carecer de recursos y por las condiciones de precariedad también.
Las rutas provinciales como la 21, la 1003, la 200, la 6, la 7, el Camino de Cintura, etc. son intransitables. Salvo ciertas zonas céntricas, algunas rutas y avenidas que conectan una localidad con otra, la mayoría de población vive en calles de tierra, sin asfalto, sin redes cloacales, sin sistemas pluviales. Como es bien sabido las lluvias hacen estragos en zonas enteras y las aguas pútridas que quedan instaladas por días son el caldo de cultivo de la más variada progresión de pestes en zanjones a cielo abierto, en medio de barriadas enteras. Sin nombrar de pasada la extensión del gran basural del CEAMSE en González Catan que concentra los desechos de todo el conurbano y de la Capital y que está instalado en medio de superpoblados barrios. La amplia mayoría de los hogares no tiene red de agua y depende de los pozos cuyas napas están contaminadas. Las escasas zonas donde la red de agua existe, la misma sale marrón y con escasa presión, no es potable. Las redes de gas natural se distribuyen escasamente en algunas zonas, pero la amplia mayoría carece de ella. El sistema eléctrico es sumamente precario y los cortes de luz se reiteran semana a semana, a veces varios días seguidos. Casi la totalidad de los hechos de inseguridad ocurren en estas regiones. El marcado abandono frente a estas realidades es incuestionable. La obra pública solo es interés del Estado cuando es un buen negocio de los monopolios.
Contrariamente a esta realidad la mayoría de los intendentes y funcionarios municipales, la misma gobernación de la provincia alardea en sus campañas políticas, en sus medios y publicaciones locales de los esfuerzos y recursos que se destinan a la obra pública, a la construcción de caminos y hospitales, de escuelas, de pavimentación y muchas cosas por el estilo que distan de ser reales.
Incluso en el marco de la crisis política imperante se denuncian mutuamente. Un gran cartel sobre la ruta 1003 en Merlo denuncia que “las obras del parque industrial y los arreglos de la propia ruta se ven interrumpidos porque el gobernador no gira los fondos necesarios para su construcción” y lo firma el intendente Otacehe. La realidad es que la reparación de esa ruta y el dichoso parque industrial que allí se promete desde hace varios años, brillan por su ausencia. Los baches y los montes coexisten y han conformado su propio ecosistema integrándose el uno en el otro; eso sí, el cartel es nuevo. La gobernación frente a esta denuncia pública y a la demanda judicial por parte de la municipalidad de Merlo, contesta en la voz de su ministra de economía “que el presupuesto para los municipios aumentó a diciembre del 2014 a $26.834 millones”. Y así quedan las cosas, ni lo uno ni lo otro. Un negocio inmobiliario truncado utilizado como campaña electoral intentando ser justificativo -por ambos contendientes- de sus demagógicas campañas proselitistas.
En el conurbano las delegaciones municipales son un adorno institucional del Estado. Inoperantes e impotentes para resolver cualquier situación sólo intentan atemperar las cosas cuando la furia de la población se vuelca a las calles y a veces ni siquiera ello. No son respetados y menos aun tenidos en cuenta para la resolución de sus problemas. La crisis política que agobia a la superestructura se siente más caliente estando en la base y por ello los delegados municipales son recambiados una y otra vez, incluso algunos duran apenas unas semanas. Siendo expresión clara del desgobierno que existe en los municipios, pasando por los intendentes con su banda de alcahuetes y las expresiones como los concejos deliberantes, oficialistas y opositoras cumplen un papel superfluo frente a las necesidades sociales; sólo están para la realización de negocios y el sostenimiento formal de la democracia burguesa, están por ser representantes de los intereses de clase de los monopolios pero no pueden centralizar ninguna decisión política más que la que emane del Estado central. Con menos razón aun cuando la aguda crisis intermonopolista se ha enquistado en el Estado y la centralización política que ejercía el gobierno esta desgajada. Por lo tanto el llamado sistema representativo ha entrado ya en una contradicción insalvable frente a los hechos, pero fundamentalmente frente al pueblo que siente en carne propia la invalidez de la representación burguesa y ve como el deterioro de las condiciones materiales de vida son totalmente contrarias a sus propias necesidades.
Frente al cuadro de crisis política y constante agudo deterioro, la movilización plena de todo el pueblo expresándose con un proyecto revolucionario resulta más que necesaria. En torno a esto gira la organización de asambleas barriales y zonales que tomen decisiones políticas frente a las condiciones reinantes. La resolución política de la cuestión de la luz, del bacheo, de las escuelas, hospitales, de las inundaciones, etc. implica un estado de movilización y acción que corra el velo de la irresolución de los problemas. A medida que la acción local se materialice en masiva movilización se viabiliza el poder de resolución. Por otra parte pondrá al descubierto lo que intuitivamente se expresa en cada lucha, que el ejerció masivo y directo en organizaciones de base de amplia participación es un nuevo tipo de Estado que, como instituciones directas y genuinas del propio pueblo, preludia al poder revolucionario de los trabajadores y el pueblo.