La burguesía monopolista, intentó disfrazarse de cordero en toda su historia, las veces que pudo. Para ello, fue mutando su disfraz, pretendiendo mostrarse en la historia, con dos caras, ocultando así su única condición, rapaz y violenta contra la vida humana. En el afán de generar algún tipo de credibilidad, intentó a lo largo de su historia mostrar dos tipos de capitalismo, donde uno sería supuestamente violento y el otro humanizado. Hoy, frente al permanente cuestionamiento de la clase obrera y el pueblo contra las atrocidades que perpetra permanentemente el sistema capitalista de producción, a toda la humanidad provocando la pobreza, la explotación y expoliación de los recursos naturales, como así también la destrucción inescrupulosa del medio ambiente, con el único y ambicioso objetivo de maximizar sus riquezas, vuelve nuevamente a la carga con nuevos motes de humanismo, pretendiendo instalar nuevos conceptos falaces llamados: «producción sustentable», o también «empresas socialmente responsables».
A lo largo de la historia, el capitalismo fue modificando su forma pero no su contenido, con políticas llamadas liberales, neoliberales, dictaduras, Estado benefactor y hasta hoy audazmente llamadas socialismo del siglo XXI. Todas con un interés común: defender la propiedad privada sobre los medios de producción y la opresión de una clase hacia la otra.
En ese mismo andamiaje ya conocido por su historia, hoy pretenden lavar la cara de los monopolios que durante cientos de años le han hecho tan mal a la humanidad, pretendiendo instalar una nueva «moda», tras la existencia de supuestos empresarios preocupados por el medio ambiente y la pobreza.
En este marco el diario La Nación, este mes, publicó una entrevista al Ceo de la empresa Danone, Frank Riboud, donde la mayor parte de la entrevista estaba dirigida a destacar el aspecto «humanístico», de este empresario multimillonario. Este hombre, que visitó nuestro país y tiene puestos grandes intereses de negocios con La Serenísima y Aguas Danone, pretendía convencer a sus lectores de su condición humanitaria, tras la afirmación: «si hoy una empresa no es sustentable, está muerta», refiriéndose como sustentable a una empresa que cuida el medio ambiente.
Pero nada habló del ciclamato y del aspartamo, (producto elaborado por Monsanto) que son insumos que introducen en sus productos alimenticios, que provoca un grave riesgo cancerígeno para la salud. Como tampoco habló de los fallidos intentos de someter violentamente a la población africana, para introducir en ese mercado su producción industrial láctea. Como tampoco, nada habló que para obtener semejantes riquezas, explota a miles y miles de obreros en el mundo en las peores condiciones de trabajo.
En un portal de internet, que explica el significado de una ESR (empresa socialmente responsable), nos dice que estas empresas se integran voluntariamente, con preocupaciones sociales y ambientales en sus operaciones comerciales, procesos productivos y relaciones con los grupos de interés: clientes, proveedores, trabajadores, accionistas. Pero tambien explica que la búsqueda está puesta en mejorar la rentabilidad ante la mirada crítica de la sociedad, frente al daño provocado por la industrialización, pretendiendo mostrar a las empresas como serias y comprometidas con el aspecto social.
Empresas sustentables y socialmente responsables, no dejan de ser una cara de una misma moneda del capitalismo, en una época de la historia tras su proceso de acumulación donde los capitales industriales se han fusionado con los bancos, y donde en una misma empresa existen capitales accionistas de cualquier rincón del mundo, que en el mismo tiempo que pueden invertir en la producción de productos alimenticios de primera necesidad, también pueden tener intereses puestos en la invasión guerrerista a los pueblos del mundo, como también en el narcotráfico y el lavado de dinero.
El capitalismo es uno solo, con la forma que fuere, como así también lo es la clase obrera y los pueblos del mundo, capaces de destruir al sistema que los oprime.