Nuevamente el profundo desprecio del capitalismo para con la vida queda trágicamente expuesto con el temporal que azotó este fin de semana a las comunas de las Sierras Chicas de la provincia de Córdoba que dejó hasta el momento el saldo de 7 personas muertas y una que permanece desaparecida.
En innumerables oportunidades nos ha tocado hablar de cómo la burguesía pone todo el conocimiento de la humanidad al servicio de la concentración económica por parte de una minoría, despreciando así las necesidades más elementales de las grandes mayorías. ¿Cómo entender que con los miles y miles de años de conocimiento, avances científicos y tecnológicos que, puestos al servicio del hombre, podrían prever y contener los fenómenos climáticos de la naturaleza, sigan ocurriendo estas tragedias? Pues la única razón es que no les interesa.
Luego de expuesto por los hechos su desprecio a la vida humana, cada uno de los Estados (municipales, provincial y nacional) que le atribuyen la tragedia a la naturaleza, la cual ellos mismos entregan para que las grandes transnacionales la devasten, no ocultan su gran preocupación por la acción independiente de las masas que rápidamente se ocuparon de planificar y organizar la ayuda necesaria para los vecinos damnificados. Desde la iniciativa hasta la clasificación y distribución todo pasa por las manos de las masas dejando de lado de manera categórica las instituciones del Estado cuya única preocupación es de frenar esta acción saliendo públicamente a pedir a la población que dejen de mandar las donaciones. Ninguno, ni uno solo de los representantes de los Estados tiene ni un poco de vergüenza, mientras todavía los vecinos afectados luchan contra el desastre, ellos se dedican a lavarse las manos y a culpar al que más les convenga.
Los vecinos sólo cuentan con la enorme solidaridad del pueblo que de una manera extraordinaria se está ocupando de cada necesidad, desde las más inmediatas como la atención médica, alimentación y alojamiento hasta las de reconstrucción de viviendas, seguridad, alimentación de los animales, etc.
Estamos en momentos donde la acciones de las masas están pasando del cuestionamiento a las resoluciones prácticas, con fuerzas incontenibles que hacen que la presencia del Estado sea sólo una molestia, pues todo el protagonismo es del accionar de las masas que en estos casos de urgencia, de inmediato, repele la ineptitud y corrupción de las instituciones del Estado.
Grande es el temor de la burguesía cuando ve la incontenible fuerza de las masas que hoy se desatan para resolver problemas de catástrofe, pero que van camino a desatarse para resolver los demás problemas que atacan cotidianamente la vida.