En las últimas semanas el debate por paritarias se presenta crudamente.
Por arriba, Gobierno-empresas-sindicatos advierten que lo que se está debatiendo en cada centro de trabajo no es lo que ellos quisieran que se debata.
Por abajo el malhumor reinante a la hora de trabajar y recibir el cobro del salario y un recrudecimiento en las condiciones laborales, más el robo por el impuesto al trabajo, conlleva expresiones de lucha y fundamentalmente una apertura a nuevos debates que trascienden lo institucionalizado por el poder.
La “sociedad” contra los intereses del pueblo (Gobierno-empresas-sindicatos) advierte que aunque la lucha abierta por conquistas no esté generalizada, la procesión de bronca va por dentro y los erosiona diariamente con una conflictividad constante, es un momento de “pocas pulgas” en el estado de ánimo de las grandes mayorías.
El techo paritario propuesto por el Estado monopólico se desvaneció antes de empezar. Las bravuconadas por arriba de ciertos gremios no es más que la expresión de lo que se vive a diario por abajo. La ecuación es muy simple: la plata no alcanza y las aspiraciones de progreso van en alza.
La bronca, el malhumor reinante, no son suficientes para revertir el actual estado de cosas.
Es mucho lo que se está haciendo para que la dominación que el poder ejerce, trastabille a cada paso y los ponga en evidencia de sus crisis políticas. Para muestra basta un botón: hay miles y miles de candidatos para cargos políticos en las próximas elecciones y cada puesto se pelea como el último, todos quieren el queso y las migajas que desde las gerencias de los monopolios les tiran a los hambrientos mamarrachos que pululan en los medios.
Pero decíamos que todo esto no es suficiente para avanzar un paso más en la calidad de la lucha contra el poder, se trata de dar un impulso a la unidad política orgánica y no orgánica bajo una consigna que unifica de hecho a la gran masa del pueblo.
Nosotros entendemos que el 40% de aumento es un reclamo genuino y alcanzable en la medida que se centralice políticamente el golpe. La conquista de ese reclamo en medio de una debilidad política del poder burgués abre nuevos peldaños en la apertura de debates que cuestionan la dominación de la oligarquía financiera a través del Estado y su gobierno.
En ésta lucha no cabe ningún sectarismo.
La lucha por el 40% tiene que estar acompañada por metodologías y organizaciones que utilicen la asamblea como institución de poder del pueblo. Desde allí pegar con un solo puño fuertemente cerrado.
¿Qué queremos decir con esto?… Que lanzadas las ofensivas hacia ese objetivo ¡hay que ganar! y para ello hay que sintetizar lo que el año 2014 enseñó, que no fue poco.
- ¡Al paro se va fondo!
- ¡Una toma de establecimiento se la organiza y se la lleva a cabo!
- Si hay negociación se hace sobre la base de la fuerza ya acumulada y masiva.
- Se organiza el enfrentamiento enviando a decenas de trabajadores, llamando a la solidaridad en los establecimientos vecinos que padecen los mismos problemas, y a todas las barriadas aledañas para prevenir que el poder quiera aislar la lucha.
- En una negociación no se debe confiar ni en lo más mínimo a la burguesía, sólo es el poder de movilización que se adquiera para concretar el triunfo.
- La asamblea es el poder soberano del pueblo en cada eslabón de la lucha. En una sección, en un aula, en un barrio, donde sea, pero en este reclamo unificado del 40% el paso hay que darlo a sabiendas que ellos están en una crisis política estructural (hasta el caradura de Massa exige el quite de ganancias a los trabajadores…); y ese enfrentamiento no puede ni debe ser hecho con tibieza propio de fuerzas políticas que luchan por el voto. Todos los políticos le temen a la lucha, pero antes de una elección tienen “pánico escénico”, está lleno de políticos energúmenos que prefieren que el pueblo vaya “tranquilo y sumiso” a las urnas… Lejos de esa situación, el humor por abajo es de calentura y a la vez es de conquista.
Hoy es claro que la plata no alcanza, la conquista del 40% unificada facilitará el ascenso cualitativo en las metodologías de enfrentamiento y en las organizaciones de masas que van adquiriendo poder en sus propias manos. Este paso seguirá acumulando fuerzas en el proceso revolucionario que a la vez experimentará en sus propia experiencia la viabilidad de la lucha por el poder, en un entramado que la misma vida le ira encontrando cauces de salida en un pueblo que no se deja llevar por luces de colores.