Todas las riquezas son generadas en el mundo por la fuerza de trabajo de los seres humanos. En el sistema Capitalista, la clase burguesa (dueña de los medios de producción) se apropia de la fuerza de trabajo de millones de trabajadores, los cuales entregan la misma por un salario. Con esta fuerza de trabajo generan mercancías, que es la forma elemental de esa riqueza. Todo esto lo explicó magistralmente Marx en su obra El Capital. Ahora, toda esta introducción tiene como objeto plantear que otra de las cosas que debe generar el capitalismo es una subjetividad. ¿Cuál? La de hacernos ver como personas libres. No nos olvidemos que el capitalismo nace de la derrota del feudalismo y la esclavitud, donde los trabajadores sufrían una gran opresión y debían obediencia ciega a sus señores. En los tiempos iniciales de la burguesía la consigna era IGUALDAD, FRATERNIDAD Y LIBERTAD. De esa forma, pensándonos libres, podíamos vender nuestra fuerza de trabajo.
Desde esos primeros tiempos, el capitalismo, aparte de ser explotador, corrupto, rapaz, es fundamentalmente MENTIROSO. No existe tal igualdad, ya que unos tienen los medios de producción y otros solo su fuerza de trabajo. Solo existe la libertad de los dueños de esos medios de producción, el resto tiene vender a un precio vil su fuerza vital, su conocimiento y su capacidad productiva. Y la Fraternidad es solo un mecanismo de defensa de la burguesía para que se plantee: todos somos hermanos, no nos hagamos daño. “Somos todos…” y pongamos lo que se nos ocurra en los puntos suspensivos: argentinos, latinoamericanos, blancos, negros, verdes, de la llanura o de la montaña, del campo o de la ciudad. Pero esto no es así: hay una clase que detenta el poder y otra no, y estamos en lucha constante e irreconciliable, la burguesía y el proletariado, y esta última expresa los intereses de todo el pueblo.
Hoy esta característica, la mentira como esencia, solo se ha profundizado. Como muestra podemos poner a los mejores mentirosos que tiene en la Argentina la política burguesa, la presidenta Cristina Fernandez de Kirchner y otro fiel exponente, Jorge Coqui Capitanich, hasta hace muy poco jefe de Gabinete y ahora nuevamente gobernador del Chaco. En la apertura de las sesiones legislativas los dos mintieron 3 horas 40 minutos uno y 3 horas 23 minutos el otro. Mucho tiempo hablaron ambos, mucho mintieron.
A pesar de su esfuerzo para engañarnos, están empantanados en una profunda crisis. Porque en el pueblo trabajador, no les creímos NADA! No les creemos nada! La crisis de este gobierno, no es producto de una pusilánime “oposición” parlamentaria y corporativa, que odia a estos personajes más que nada porque son los gerentes, los alcahuetes de los monopolios y por ser más capaces de mentir que ellos. La crisis de este gobierno, es producto y se ve expuesta por la lucha de este pueblo.
Entre las grandes mentiras que ambos representantes de la burguesía, dijeron que todas las grandes obras de infraestructura engrandecen a la nación y favorecen al pueblo argentino. En realidad, fueron para beneficiar a los grupos económicos más concentrados, todos los kilómetros de rutas, de vías navegables, de arreglo de ferrocarril, de aviones, etc., sólo favorecen al movimiento, al traslado de la mercancía, que llegue lo más lejos, rápido y segura posible. Los electro ductos, los gasoductos y acueductos tienen como finalidad, facilitar la energía necesaria y más barata para producir esas mercancías. Todas las obras, todos los miles de millones invertidos para sus amos: los monopolios, y extraídos de un solo lugar, de la fuerza de trabajo de millones de seres humanos.
Pasaron horas hablando de todo lo que hicieron para los monopolios, pero supuestamente lo hicieron para nosotros: el pueblo. Además plantean la necesidad de continuar por este camino, aunque “todavía no hemos podido resolver totalmente los problemas de salud, educación y seguridad”, temas que los tocaron como al paso. La riqueza nunca llega al pueblo, como plantean en su famosa teoría del derrame. La presidenta hasta tuvo la desfachatez de plantear que habían presentado a la Cámara una cantidad importante de leyes laborales. Como siempre no aclaró cuáles fueron esas leyes ni a quién benefician las mismas. Los trabajadores nos hubiéramos “conformado” con que envíe la derogación de las leyes de flexibilización laboral, la derogación del impuesto al salario mal llamado impuesto a la ganancias, o que se asegure el 82% móvil de las jubilaciones. Con poco nos hubiésemos “conformado”, pero sabemos que debemos seguir peleando por las mismas, como lo hemos hecho toda la vida.
Todos los logros obtenidos por nuestro pueblo, y nuestra clase, fueron producto de la lucha y más lucha, nada nos regalaron. Podemos romper las cadenas que nos impone el capitalismo, acabar con sus mentiras. Podemos conseguir la libertad, que viene de recuperar el dominio de nuestra fuerza de trabajo y el producto de nuestro esfuerzo y de la construcción de un nuevo sistema, donde el ser humano sea el centro de la resolución de los problemas, el centro de nuestras aspiraciones y anhelos.