Mucho se habla, y hemos hablado, sobre el papel nefasto que juegan los sindicatos como sub gerencias de las empresas monopólicas y patronales. Y acto reflejo lo relacionamos con los sectores más reaccionarios vinculados aun pasado fascista y con prácticas patoteriles. Pero mal haríamos en reducirlo sólo a este sector cuando de burocracia sindical se habla en estos tiempos.
Muestra de ello son otras expresiones que se autodenominan progresistas o de izquierda y refugiados en tal perfil llevan adelante la misma función y rol de los caracterizados como de “derecha”. Así, por ejemplo, es “destacable” la UOM de Villa Constitución, otrora histórica por haber estado al frente del Villazo, donde hoy, unos pillos autoproclamados continuadores o parte de aquella historia, a la hora de defender los intereses de los trabajadores optan por el diálogo y la conciliación. Léase, llevar adelante iniciativas que beneficien a las empresas.
Ejemplos como éstos sobran en nuestro país, donde, por supuesto, hay raras excepciones, pero la generalidad es lo antes mencionado.
La pregunta que cabe es: ¿en qué lugar colocamos hoy el papel de los sindicatos, concebidos más como conciliadores y recaudadores, y por lo tanto con unas migajas de poder y privilegios que les dan los monopolios para que puedan manejarse con total impunidad?, ¿a qué fines sirven a los trabajadores estas formas y métodos de organización? Y aquí volvemos al principio de nuestra caracterización de la actual etapa del capitalismo: los monopolios se apoderaron del Estado y lo adecuaron a sus necesidades, y los sindicatos, como parte del “juego democrático” no quedan al margen de dichas necesidades. Son los monopolios quienes definen el papel que deben jugar los sindicatos, al punto que éstos, en su esencia, ya no constituyen una herramienta de los trabajadores que exprese sus intereses de clase, sino muy por el contrario, son una herramienta más de la dominación.
Pero esto no sólo pasa en nuestro país. Es un fenómeno mundial. La periodista Angi Gago, española y especialista en temas sindicales, haciendo referencia a lo que ocurre en su país con las Comisiones Obreras (sindicato comunista) y a la central sindical de origen socialista, afirma: “…de ser históricamente combatientes eligieron en la actual crisis la negociación en contracara a la confrontación…”, y deja (desde su punto de vista) una pregunta flotando en el aire: “¿No será hora de pensar en un movimiento obrero que reemplace a los sindicatos?”. Tal afirmación no viene descolgada, máxime si tomamos en cuenta la movilización de 500.00 personas días pasados y que se apresta a una huelga general para mayo donde, obviamente, las centrales sindicales mencionadas están al margen.
Las expresiones de lucha actuales en nuestro país tienen lo suyo, donde lo preponderante ha sido la democracia directa, la autoconvocatoria, y/o la participación directa de los delegados de base, que reafirman nuestros conceptos de la necesidad del surgimiento de un nuevo movimiento obrero revolucionario que por tal se entiende entre otros múltiples conceptos el de la independencia política de la clase obrera de la institucionalidad burguesa.
Y aquí viene a la memoria el origen de nuestro histórico proletariado donde las primeras organizaciones gremiales que eran de base se autodenominaban gremios con fines de lucha.