El sistema capitalista es el que genera una anarquía en la producción.
La competencia desatada entre los grandes monopolios a nivel global exacerba guerras abiertas, guerras económicas en pos de la ganancia. Los procesos de concentración rompen todo tipo de fronteras, grandes grupos económicos son absorbidos por otros, fenómenos que se producen a diario.
Son guerras interimperialista con bajas. El mundo capitalista, a diferencia de los años 60 del siglo pasado que producía crisis cada 10 años, hoy las mismas son estructurales a tal punto que la anarquía de la producción se ha extremado y muy difícilmente se sostienen en el tiempo posiciones estratégicas como antes. Es una guerra de “movimientos” y “de guerrilla” entre contendientes en un marco en donde no existe un sector dominante claro. La centralización de capitales requiere necesariamente centralización política y es ello justamente lo que no logran sostener.
Aparecen constantemente “nuevas fórmulas políticas planetarias”, con ciertas expectativas, pero a la hora de someter un sector a otro de la oligarquía financiera el sistema cruje.
Imaginemos entonces en nuestro país como se manifiesta ésta crisis, esa anarquía y esa falta de centralización política se agudiza en la medida que nuestra clase obrera y nuestro pueblo no dan respiro a las medidas que se adoptan a diario. Medidas que se realizan y se dejan de realizar quizás en menos de 24 horas.
El gran debate que la clase obrera de entablar es de cómo la oligarquía financiera y su gobierno intentan disciplinar a la gran mayoría del pueblo. Disciplinar en el sentido político, ideológico y todo lo que ello conlleva en las metodologías de lucha y de organización que las grandes mayorías vienen desplegando por años.
Este es el terreno del proletariado y del pueblo, la oligarquía financiera en sus crisis políticas y económicas necesitan disciplinarnos con todo su arsenal y ese es el “espanto” que los une.
Es muy cierto que entre sus herramientas siempre se ha encontrado la extorsión, la amenaza, el cultivar el terror efectivo y el ideológico. Esto se manifiesta a veces por el despido, “por la baja de la producción”, hoy lo dicen por la crisis en Brasil, por la sobrevaluación del dólar, por la falta de productividad, etc. etc., ayer por la burbuja inmobiliaria de EEUU, por las Torres Gemelas, por la guerra en Medio Oriente, o simplemente porque el anterior gobierno hizo las “cosas mal” y hoy pagamos los platos rotos, y así infinitas mentiras.
En estas condiciones actuales y en medio del proceso electoral, el intento por disciplinar al pueblo se aleja un poco más, pero es menester que ese alejamiento sea intensificando la lucha política en todos los terrenos, es decir no dejarlos afianzarse en ningún peldaño.
En la lucha política persistir en lo que por años estamos haciendo como pueblo, instituir la Asamblea como órgano de decisión popular. Que esa experiencia ya generalizada entre en un camino conciente de que ello es parte fundamental del poder popular. La Asamblea es revolucionaria en la medida que adopte una metodología fundamentalmente de democracia directa
En lo económico nos quieren amedrentar con sus crisis, ellos van por disciplinarnos y lograr más productividad, nosotros vamos por un 40% inmediato y para ello debemos aprovechar al máximo éstos meses en que las elecciones los somete en cualquier decisión política. Puede ser o no que ellos como oligarquía financiera perciban los golpes de crisis a nivel planetario, pero nosotros pueblo tenemos que persistir por lo nuestro, su expresión de fortaleza es la gran mentira a destapar. Cada paso que intentan está sometido a la lucha de clases y eso hay que tomarlo siempre en cuenta. Tenemos que pasar de ser extorsionados a extorsionar, de ser amenazados a amenazar, de asimilar que los que tienen los problemas y crisis de dominación son ellos.
En lo ideológico intentan por todos los medios que la lucha política y la lucha económica ya entablada acumule hacia la Revolución Socialista, coquetean con una “nueva sociedad” y nos invaden con fraseología o palabrerío socialista…, eso sí, sin tomar el poder. Ocultan el papel del Estado como herramienta de dominación y más aún que el Estado es de los monopolios. “Todo vale”, siempre que no se modifiquen las relaciones de producción.
Una revolución socialista que no construya un Estado revolucionario de todo el pueblo con el sello de la Asamblea y la democracia directa no es socialismo, es más capitalismo.
El poder burgués siente que nuevos aires se despliegan en el proletariado mundial y en los pueblos del mundo, que cada vez más hay sensibilidad por recibir cosas nuevas, el sentimiento es de dejar todo lo podrido a un costado. Es en esa aspiración de masas es que hay que trabajar sin desmayo sin subestimar el papel protagónico que hoy están jugando nuestra clase obrera y el pueblo en la búsqueda de una salida a tan estructural crisis.