Las recientes medidas tomadas por el gobierno y anunciadas por la presidenta con la colaboración del ministro de economía, en medio de las acostumbradas puestas en escenas circenses, apuntan a promover el consumo de algunos bienes, según el propio discurso de ambos funcionarios al servicio de los monopolios.
Como siempre, una vez más, la burguesía pretende hacer negocios sin tocar un ápice sus ganancias. Es así que sin mejorar los ingresos de los trabajadores se ofrecen planes de compras en cuotas, créditos más baratos y descuentos en distintas mercaderías. Al tiempo que se regatean aumentos de salarios, se niega por enésima vez la eliminación del impuesto al salario, no se reconoce el 82% a los jubilados y tampoco se pasan a planta más de la mitad de los trabajadores del país que trabajan contratados o en negro, incluidos gran parte de los estatales en sus tres niveles: nacional, provinciales y municipales.
La presidenta se llena la boca diciendo «qué país tenemos» o «qué patria hemos hecho en once años de gobierno».
Ahora, si los ingresos reales de los trabajadores no aumentan, si las jubilaciones y pensiones disminuyen frente al avance de la inflación, si los trabajos en negro no se blanquean y se pagan miserablemente, si los salarios reales de cada vez más amplios sectores disminuyen además por la quieta del impuesto al salario, cabe preguntarse ¿qué efecto producen los incentivos al consumo impulsados por el gobierno a favor de un grupo de monopolios entre los que la mandataria ha reconocido a Frávega, Musimundo, Garbarino y Rodó, pero que beneficia también a las entidades financieras involucradas en los créditos y cuotas, a las armadoras y fabricantes de los aludidos bienes, etc., etc.
Si los trabajadores no han sido beneficiados en el aumento de sus ingresos reales, el único objetivo es redireccionar el gasto de dichos ingresos hacia la adquisición de los productos ofrecidos por dichas firmas monopolistas, aunque ello genere deudas o privación de otras compras por parte de los asalariados. En pocas palabras: otro salvavidas de plomo para los asalariados y negocio redondo para los monopolios.
Mientras los accionistas de dichas empresas beneficiadas por la medida gubernamental se frotan las manos gustosos, tal como lo han hecho antes otros grupos favorecidos por anteriores medidas, la presidenta y su claque de serviles de la oligarquía, sonríen satisfechos por el deber cumplido y animados por la íntima e ilusa convicción de que han logrado engañar una vez más al pueblo blandiendo lucecitas de colores y papel picado, gran cantidad de trabajadores de todo el país ejecutan un paro nacional contra el impuesto al salario, aumento de los salarios reales y, además, detrás de esas dos puntas de lanza, el reclamo por un conjunto de aspiraciones que bien pueden sintetizarse en el deseo colectivo de vivir una vida digna con la perspectiva de un futuro mejorable y de desarrollo de los mejores valores humanos para nosotros y para las generaciones futuras.
Con fantasías, negocios ideados cobre el sufrimiento y las carencias del pueblo y repeticiones de mentiras envueltas con distintos papeles de regalo, la burguesía monopolista y sus gobiernos de turno como el actual, no lograrán evitar la profundización de la crisis estructural del sistema capitalista y su ahondamiento acelerado por su crisis política de gobernabilidad.
Los trabajadores y el pueblo, por su parte, avanzarán con sus luchas diarias y estas luchas políticas nacionales gestadas en el clamor generalizado desde las bases a pesar de los intentos de maniobra de los burócratas sindicales y oportunistas de toda laya en el camino de la generalización y extensión de la crisis estructural del capitalismo argentino el cual será derrotado y enterrado con el aporte del proyecto revolucionario que nuestro partido, como parte importante de la vanguardia, está plantando entre las masas.