Toda la burguesía está empecinada en instalar que el salario es una especie de ganancia, que a pesar de estar generando con nuestras propias manos la riqueza total, lo que percibimos por vender nuestra fuerza de trabajo es, ridículamente, ganancia. No solo eso, empecinados por incrementar los niveles de la ganancia (la plusvalía) es que, en un marco de debilidad, de no poder a través de sus mezquinas políticas convencer a nadie, montan un escenario ficticio de baja producción cuando el real escenario, el que les marca la lucha de clases es de lucha y movilización por aumentos salariales.
Es así que todo el arco politiquero burgués, opositor y oficialista, encasilla el debate sobre el impuesto a las ganancias asumiendo que el salario e eso, ganancia, independientemente que algunos hasta planteen su derogación. Nadie, desde ya, habla de la gran masa de plusvalía que extraen de nuestro país un grupo de monopolios, que no están dispuestos a ceder en ese terreno de la disputa. Dicho impuesto se encuentra en el tercer lugar de recaudaciones del Estado como ya hemos planteado en una nota en octubre del año pasado, lo que hay que agregar a esta altura es que es la única forma de recaudación que le gana al índice inflacionario es ésta y dato no menor también es que se elevó el porcentaje de asalariados (personas físicas) que componen ese tipo de recaudación por sobre las empresas. Todo cierra para ellos, los amos y señores del Estado, los monopolios que nos imponen un robo al salario y tenemos que asumir que somos “solidarios” con lo que “menos tienen” por obtener “ganancias”. Mentira, mentira y más mentira. La solidaridad es en el enfrentamiento, en arrancarles los que nos pertenece y nos tendría que ser propio. Imponer es lo que tenemos que empezar a generar, pero nosotros a ellos y apoyados en la democracia directa.
Los desafíos que la clase tiene por delante, luchas que se ven venir, que se sienten, como la derogación del impuesto al salario tienen que nacer con una visión de futuro, ese Estado de los monopolios es el que intenta sostener por todos los medios los niveles de plusvalía, eso genera violencia, desigualdad, odio y no tiene un horizonte digno para el ser humano. La lucha por cada uno de los reclamos, la construcción de nuestras instituciones propias (las asambleas) tienen que empezar a tener ese horizonte, comprender en el movimiento que son las herramientas del pueblo para construir un mundo nuevo. Como lo venimos marcando en nuestros materiales de propaganda, esto ya se echó a andar, profundizar el problema del poder es nuestro desafío.