La abierta confrontación de distintas facciones de la oligarquía financiera, que han tomado al mundo como territorio único de disputa para la conquista económica, política, de fuerza de trabajo, territorios y materias primas, generando siniestras guerras económicas y militares contra los pueblos del mundo, ha hecho que cualquier ficha en el tablero global que mueva un sector en función de sus intereses, lejos de aflojar sus contradicciones, por el contrario, las agudiza.
El acuerdo alcanzado en Suiza entre EE.UU e Irán (con la anuencia de G5+1: (Inglaterra, China, Francia, Rusia, Estados Unidos y Alemania), “vendido” por los medios de comunicación dominantes como el triunfo de la “diplomacia” sobre la “guerra”, esta muy lejos de “estabilizar la región” como pregonan.
Más allá de las formalidades relacionadas con el desarrollo nuclear, el acuerdo beneficia a ambos Estados capitalistas.
Por un lado incorpora a Irán (hasta ayer, “Estado terrorista”) del “lado de los buenos”, termina con el bloqueo y las sanciones económicas aplicadas por los países occidentales, incorpora el capital acumulado de la oligarquía financiera iraní al juego financiero y los 80 millones de habitantes al mercado global. Habilita el acceso al mercado petrolero, garantizando la oferta para mantener los precios bajos de los carburantes, fortalece la cuestionada posición dominante del dólar como moneda de intercambio global, todas piedras angulares de las políticas de Obama.
Pero por otro lado, cuestiona las viejas alianzas de EE.UU en la región, particularmente con su gendarme, el Estado sionista de Israel, archienemigos de Irán. Que preocupados por la posibilidad de un aumento de la ayuda militar a Hezbolá Líbano, su flamante primer ministro Netanyahu ha lanzado una ofensiva para “matar el mal acuerdo”, al tiempo que recibe guiños del sector duro del Congreso (compuesto por republicanos y demócratas), que apoyado por el poderoso lobby sionista de Estados Unidos, alientan el rechazo.
Lo mismo ocurre con Arabia Saudita, que encabeza, junto a Emiratos Árabes, la ofensiva militar contra lo “rebeldes” Huthi apoyados por Irán en Yemen.
En el mundo, la burguesía dividida, se oponen, se apoyan, desconfían de acuerdo a sus intereses, al tiempo que preparan su próxima movida. Los gobiernos burgueses “dibujados” y sin tiempos para travestirse ni travestir su discurso, frente al frenesí de los acontecimientos generados por la clase domínate y el asecho creciente de los pueblos, que practicando cada día mas democracia, dice que esa lucha no nos pertenece.
Una movida en el tablero de la lucha interimperialista y todo rechina, y se resquebraja. Las contradicciones se tensan, y cada día asoman más los promotores de la “solución final”, solamente acotados por los pueblos del mundo que no admiten una aventura fatal.