La lucha emprendida por un aumento salarial del 40% y contra el impuesto al trabajo se irá desarrollando más en profundidad en la medida que se desarrolle en un marco político. ¿Qué queremos decir con esto para la hora actual?
Que el camino emprendido por erigir una salida revolucionaria a la profunda crisis política que presenta la clase dominante en sus más variados planteos e incapaz de resolver los más mínimos problemas básicos de vida de la población, la lucha concreta y específica por el salario y ganancias permitirán también fortalecer las herramientas y metodologías en donde se privilegian ya las decisiones que se toman por abajo.
El problema de la salida política revolucionaria es que se van generalizando las fuerzas que “nacen desde el pie” pero que aún es extremadamente embrionario el darle a estas experiencias un contenido consciente que esas enormes fuerzas deben transformarse en un doble poder.
Es decir y a modo de ejemplo: existe la asamblea, convocada o no por el gremio como consecuencia de la situación deliberativa y de disposición a la lucha, pero aún esas fuerzas dispuestas no ven a esa asamblea como una herramienta que trabajada, preparada y organizada por abajo se transforme en una herramienta de poder.
Una asamblea no es porque sea asamblea que rápidamente se transformará en una herramienta de poder. Cuántas asambleas bien preparadas para una lucha se han perdido en el tiempo o ante el logro de esa conquista. Nosotros estamos planteando que la asamblea hay que trabajarla antes, durante y después para garantizar en ellas los debates fundamentales que la erigen como una herramienta que dispute el poder a la burguesía.
Es en ese camino en donde se hace necesario introducir el factor de la consciencia en donde la fuerza de trabajo es determinante.
En el anterior paro general de hace quince días se volvieron a repetir por abajo en varios establecimientos el ejercicio pleno de la Asamblea, lo fue también en días posteriores.
Los gremios “oficialistas” y “los opositores” no saben a ciencia cierta qué hacer. Ellos son parte y arte del poder burgués, son herramientas de la oligarquía financiera, los monopolios, pero están sometidos al fuego directo de las bases. Están obligados a dar a la larga las paritarias, tirar lo más que se pueda e improvisan todos los días. Ellos están plagados de desencuentros. Es en este momento que nuevamente viene a cuento la idea de la Asamblea como herramienta de poder del pueblo. Puede ser o no que los gremios estén hoy presionados por convocarlas pero deben dar explicación de las negociaciones. Lo que antes hacían a puertas cerradas, la bronca que viene de las bases hoy los limita, sin embargo hay que dar un nuevo paso en la iniciativa a tomar por las mayorías y es el darle concreción organizativa al poder deliberativo y de movilización que no deja de persistir. Las medidas de fuerza tienen que ser contundentes. El paro anterior fue un llegue. Las bases desbordaban y estos burócratas lo sabían, pero esa materialización de la Asamblea como herramienta de poder podrá impulsar lo que en política hace falta, es decir, un referente político y organizativo de masas que dispute poder.
Se trata que en esta batalla por el 40% de aumento salarial y todo lo que ello significa las Asambleas las tenemos que preparar ya no solo explicando el por qué es posible conquistarlo sino trabajarlo desde la consciencia que esa metodología democrática, directa hay que organizarla independientemente de las instituciones burguesas, utilizando o no los mecanismos impuestos por la dominación pero disputando palmo a palmo el dónde está el poder.
Hay semanas importantísimas por venir, hay lugares en donde se vive una verdadera “caldera del diablo”, es una hora en donde la Asamblea debe parir como herramienta de poder popular y en ello los revolucionarios deberemos tener un papel destacado.