Volteretas en el aire

Semanas de indecisiones y marcha atrás, de idas y venidas cada día más notorias, se suceden sin orden de continuidad, mostrando un desorden político en el seno de la superestructura que roza lo grotesco.

Desde la misma UIA del Señor Méndez su presidente, que despotricó la semana pasada contra la lucha salarial del 40% y contra las mismísimas paritarias, sale a decir en la voz de su vice, el señor Urtubey  que “Las paritarias, para nosotros, lo hemos dicho siempre, es un sistema del cual venimos siendo beneficiados positivamente hace 11 años, ya que podemos discutir los salarios con los empleados de manera razonable”.  Siendo más cauto que Méndez, agregó como para poner paños fríos a las intenciones de un techo del 20%  que “Cada sector va a firmar su convenio salarial del año, su pauta, de acuerdo a las posibilidades que tenga, tanto de la parte del empleado como de la parte del empleador, a la hora de negociar los salarios”.

La dilatada medida de fuerza que Moyanistas y demás expresiones gremiales que lo acompañan, amenazando con realizar paros de 36 horas, quedó para futuros inciertos. Es decir, fue pura parafernalia demagógica, al igual que el paro del señor Fernández titular de UTA. Las declaraciones de Caló, sosteniendo un básico de 7.700 pesos cual si fuera un regatero de feria, cuando el salario  básico tendría que ser muy superior según los índices sobre el consumo de la canasta básica; y las forzosas declaraciones de realizar un paro por 36 horas para sostener un aumento que no cubre nada, dan prueba de lo impresentable que son los llamados dirigentes gremiales y los industriales.

En todas estas maniobras, se combinan el tufillo electoral por un lado y la urgente necesidad de poner paños fríos por otro, en un marco de hartazgo generalizado que difícilmente puedan contener.

En el escenario electoral superestructural, se pueden permitir disputas ácidas y controvertidas, pero en el terreno candente de la lucha de clases, la situación no puede ser disimulada por disputas estériles.

Por ello buscan licuar el carácter confortativo de la lucha salarial y la metodología asamblearia,  buscando crear expectativa en las paritarias después que las mismas  han sido defenestradas desde principios de año por ellos como una cosa inútil, inclusive después de intentar  esconder por todos los medios la áspera conflictividad en el seno de la clase obrera y el pueblo… ahora, de vuelta la burra al trigo.

La realidad es que intenten lo que intenten la lucha salarial ya no tiene fecha de finalización, aunque pretendan ponerle un techo con o sin paritarias, el 40% tiene peso propio.

Sin embargo, pese a sus dificultades, ellos no dejan el terreno librado al azar. Incluso si tienen que jugar en el seno mismo de las herramientas que la clase obrera ha ido desarrollando, como la asamblea y la democracia directa. Pues su preocupación central es que este ya se presenta como una real disputa de poder, donde la clase desarrolla iniciativas independientes de su tutela; por lo tanto donde debe organizar claramente sus iniciativas de acción.

 

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