Una cosa es lucha antimperialista y otra muy distinta es lucha interimperialista. Muchas notas hemos escrito y publicado en esta misma página, nuestro periódico El Combatiente y la revista teórico política La Comuna, dando nuestro punto de vista sobre este tema.
Una prueba más que ayuda a correr el velo de la confusión que el gobierno de los Kirchner ha sembrado y siembra permanentemente con el fin de engañar al pueblo, se consuma con la compra del Grupo Indalo de la productora PPV propietaria de los programas 6-7-8, Fútbol Permitido, Televisión Registrada (TVR) y Duro de Domar, así como uno de los archivos más completos, con más de 400.000 horas de TV y 30 visualizadores permanentes.
Esta compra se suma a los medios con los que cuenta Indalo: MinutoUno, C5N, Radio 10, FM Mega, FM Pop, FM Vale, FM One, Ideas del Sur, Ámbito Financiero y The Buenos Aires Herald, medios en Comodoro Rivadavia y otros.
Lucha interimperialista significa guerra declarada o silenciosa entre monopolios por la apropiación de un espacio, territorio, o conglomerado humano (fuente de mano de obra capaz de producir plusvalía). Pero al mismo tiempo, los mismos monopolios que se enfrentan a muerte, suelen ser socios en otros múltiples negocios que reportan enormes utilidades económicas que, además, les permiten explotar otros rubros de suma utilidad para el dominio de un país, región o continente, tales como los aspectos: ideológicos, políticos y sociales.
Este caso es un ejemplo claro de lo que decimos: Según el discurso «nacional y popular» del gobierno Kirchnerista de Néstor y Cristina, el grupo Clarín es el «malo» de lo película. Pero el ultra kirchnerista Cristóbal López, socio de la presidenta, titular del grupo Indalo, emite el programa de Tinelli, de Ideas del Sur, en el Canal 13 que es de propiedad del Grupo supuestamente enemigo del gobierno.
Es por esa razón, que enredarse en los nombres de los grupos para intentar dirimir desde allí cuál de ellos es más «beneficioso» para los intereses nacionales, es una empresa no sólo inútil sino más bien malintencionada que intenta ocultar el verdadero problema que, como argentinos y seres humanos oprimidos y explotados por este mundo capitalista debemos afrontar.
La lucha contra los monopolios no es lucha intermonopolista. Tampoco sirve para orientarse la denominación de «derecha e izquierda» a la cual pretenden reducir los ideólogos del sistema y el coro de progresistas «populares», la puja intermonopolista. Pues si fuera así, ¿cómo explicar el entretejido entre el grupo Clarín y el grupo Indalo? ¿Cuál sería la derecha y cuál la izquierda?
Personajes con discurso supuestamente progresista se mezclan pornográficamente con otros que tienen discurso franco de «derecha» y pertenecen y defienden a uno de ambos grupos monopolistas enfrentados. Pero, ¿qué es lo que une férreamente las ideas de locutores, panelistas y animadores con discursos aparentemente tan opuestos entre sí? La defensa del sistema de dominación de la burguesía y sus instituciones. De derecha a izquierda, todos, absolutamente todos estos personajes que se pelean entre sí y se acusan de izquierdistas o derechistas, coinciden en que las instituciones del sistema deben respetarse y venerarse siempre. Allí hacen causa común sin dudar. Todos se arrodillan ante las instituciones del sistema capitalista y hacen causa común con los monopolios y sus gobiernos de turno. Todos coinciden que no hay cosa más peligrosa que el pueblo decidiendo en movilización y con la democracia directa por fuera de las instituciones, consolidando las asambleas como forma embrionaria de poder popular que tiende a generalizarse en cada lucha.
Lo única definición que nos permite ubicar en política, sin lugar a dudas, a quién o quiénes representa cada uno de estos grupos y sus funcionarios o las expresiones representadas por los partidos políticos, es a partir del interés de clase que defiende cada quien: ésa es la línea divisoria entre quienes defienden las instituciones del sistema o, por el contrario, quienes defienden las auténticas expresiones populares que nacen a la luz de la movilización y la lucha. Desde ese punto de vista, es claro que, uno como otro grupo empresario, se asocian y pujan entre ellos por el mismo objetivo: la obtención de la mayor ganancia a costa de la superexplotación del pueblo y el intento de engaño permanente que les permita seguir subsistiendo como clase dominante. Un interés que supera toda rama de producción y cualquier nacionalidad: Así lo atestiguan los múltiples negocios que, al igual que ocurre con otros grupos oligárquicos, no sólo se reducen a medios de difusión sino que involucran la industria del papel, el petróleo, la electrónica y telefonía, los casinos y el juego, el fútbol, y otras que no salen fácilmente a la luz.