Por la mañana nos enteramos que un jugador de fútbol, un chico, fallecía luego de un accidente en la cancha, eso nos dejó muy mal.
Rápidamente la hipocresía de los medios del sistema repitiendo una y otra vez las imágines terribles del golpe. Medios azuzando el morbo, medios vendiendo. No importaba ya la familia, los amigos, no importaba ya el dolor de la gran mayoría del pueblo.
Sonó muy feo cuando a la resolución de parar el fútbol, por duelo, por lo difícil del momento, por el impacto producido por ese fallecimiento, se confirmaban los partidos de Racing- Wanderers y el clásico de Boca-River. Allí actuaba ya el poder. Los mismos medios que realizaban un acto de supuesto dolor frente al fallecimiento vendían el partido de la noche. ¡Hipócritas!
Un jueves raro, el día del futbolista, un festejo de muchos se enlutó.
El título de esta nota ¿ellos o nosotros? Como en la vida, viene a cuento. ¿Quiénes son ellos?
Primero de todo los que no dan la cara y se llevan las grandes ganancias del fútbol. El Banco Francés aparece incólume en las dos camisetas, Adidas, Nike, Fox Sport, Fútbol de primera, (Fiat Iveco), ya no es más la copa libertadores de América, adquiere el nombre del mejor postor, hoy Bridggestone, etc
Ellos, minorías muy finas y estrechas necesitan de las estructuras e instituciones, por ejemplo la AFA, necesitan de dirigentes abiertamente corruptos, empresas y directivos que manejen y sostengan los negocios con guardias fascistas, mal llamadas barras bravas pagadas y sostenidas no sólo para revitalizar negocios paralelos sino, y sobre todo, para reprimir la lucha de nuestro pueblo. Son fuerzas fomentadas desde el Estado, se las encubre. Ni qué hablar del periodismo del sistema, azuzan la violencia, azuzan el enfrentamiento porque en ellos hay intereses muy importantes que mantener y conquistar.
Ayer por la noche la gran mayoría fue a disfrutar del fútbol, una gran mayoría que respeta su camiseta, en ella está parte de su propia historia como simpatizante de tal o cual equipo, en ella se encierran sentimientos que se transmiten de padres a hijos, se alimentan recuerdos del ir a la cancha con sus amigos o familiares, de preparar la comida para ir al partido, de alegrarse por un triunfo, de amargarse por una derrota, por haber ido al club de “mis amores” y probar “mis primeros botines”. La gran mayoría somos dueños de esta magnífica disciplina deportiva y una ínfima minoría, de los arriba enunciados, nos quieren arrebatar el pasado, el presente y el futuro. Lo curioso es que a pesar de todo lo que han hecho no lo pueden lograr, no nos pueden robar el sentimiento aunque intenten embretarnos en sus bastardos negocios.
El fútbol, como otras tantas cosas, es pasión de multitudes y el poder intenta siempre montarse sobre ello, hacer negocio. Ayer esa gran mayoría fue a ver a su equipo ganar y cuando el bochorno se dio, esa mayoría respondió con sabiduría. Su bronca, su silencio, su dolor ¡fue estruendoso!, se tragó saliva una vez más, pero esto mantiene latente y en vilo la idea de que ellos, minorías incapaces por su ceguera frente a los brutales negocios, siguen actuando así, o nosotros mayorías no dejamos que nos arrebaten lo nuestro.
A la basura que nos presentan como fútbol-negocio, hay que oponerle más fútbol del pueblo de aquel que siente la camiseta y del fútbol que día a día ocupa la mente sana y el cuerpo sano como parte de la vida de centenares de miles de niños.
Esas minorías estropearon el clásico de ayer y ¿cuántas veces ya lo han hecho?
Las mayorías no les vamos a dejar un hueco vacío.
Los papelitos que el relator José María Muñoz quería suprimir en el mundial del 78 por ordeno y mando de la dictadura, recordemos que hizo el efecto contrario, se multiplicaron las expresiones de lo que nuestra cultura en el deporte habíamos acumulado.
Hoy en los clubes comienzan a aparecer organizados los verdaderos hinchas, los que transpiran la camiseta y que ya en varias oportunidades hicieron acallar la violencia de las minorías fascistas, mal llamadas “barras bravas”.
Esas minorías que mencionamos al comienzo son las únicas responsables de lo de ayer e intentarán derivar los debates a factores secundarios. ¿Quién entra con gas pimienta al Estadio? El hincha común y de todos los días sufre prácticamente una vejación al entrar al estadio. ¿Quiénes proveen de gas pimienta a esos fachos? ¿Quién hace la vista gorda? ¿Qué papel juegan los políticos del sistema con todo esto?
Solo advertimos que este jueves, por lo negro que fue para el deporte, permitirá abrir una nueva discusión en el estado deliberativo en el pueblo que seguirá sumando también en este andarivel para mostrar lo más atrasado que nos brinda el poder y por el otro rescatar la madurez de la mayoría de no llevar ese espanto producido a un callejón sin salida.