Como suele ocurrir cuando cada año se acerca el 25 de mayo, la burguesía y sus gobiernos de turno comienzan a desplegar todo su arsenal propagandístico, montados en gastos millonarios que se destinan a la organización de eventos “masivos”; que no son otra cosa que usinas de propaganda gubernamental y de la clase en el poder.
El dinero que se gasta y despilfarra es una verdadera vergüenza, frente al sinnúmero de necesidades que vive el pueblo trabajador. Millones y millones que, así como lo hicieron con el “bicentenario”, desde un concepto vacío y pueril; porque viniendo de la burguesía, cada año que pasa es un año más en el que nos condenan a la más vil de las explotaciones, el hambre y la miseria.
La murga de intelectuales seudo progresistas (cada vez más devaluados, aplastados por una realidad inocultable), nos piden “que festejemos”, que sepamos disfrutar de este momento que, según ellos, no tiene nada que ver a cuando estábamos dominados por “los liberales y los conservadores”, “privados de todo”…
Dicen esto con total hipocresía, como si hoy no siguiéramos viajando como animales, como si se hubieran resuelto los problemas de la violencia que genera este sistema, como si las mineras y petroleras en vez del saqueo que vienen haciendo nos estuvieran cuidando; desconociendo la inundación de la droga a nuestros jóvenes; o el reguero de cáncer a poblaciones enteras producto de los agroquímicos sojeros; o los hospitales destruidos; la educación enajenada; los niños que mueren por enfermedades evitables; la desnutrición infantil (y las muertes); la falta de vivienda frente a los negocios inmobiliarios incalculables; las jornadas laborales de hasta 12, 14 o 16 horas, para poder llegar a fin de mes, donde no hay descanso ni fines de semana, sin poder disfrutar de nuestras familias o lo que sea. ¿Cuántos etcéteras tendríamos que citar? ¿Esto es lo que hay que festejar?
En la democracia burguesa gobierna el poder del dinero y la impunidad, controlando todos los medios de comunicación masivos, siendo la mentira el mecanismo usual cotidiano, y si no pueden mentir…silencian todo. Como las luchas que –desde una organización independiente, con democracia directa y el verdadero peso de las asambleas- viene dando la clase obrera, tratando de quebrar los planes salariales de los monopolios; y en ese camino, acumular fuerzas para que como clase irrumpamos con toda nuestra riqueza de luchas y conquistas, en la escena política nacional.
De muchas maneras podría abordarse esta cuestión. Pero nos vamos a quedar con una: los monopolios y sus gobiernos de turno ya no engañan a nadie. Nuestro pueblo no cree más en este sistema, ni en el Estado burgués, ni en todas sus instituciones, ni que estos gobiernos puedan dar soluciones a los problemas que aquejan a nuestro pueblo.
Por más festival de música que hagan, no le van ha hacer creer a nadie que estamos de fiesta.
Y hablan de Patria, que dicho por ellos produce una sensación vomitiva, pues juegan con los sentimientos de nuestro pueblo que sí tiene la verdadera memoria, que es la de no dejar de luchar todos los días para sobrevivir, que es la de luchar por un mundo y una vida digna de ser vivida.
Aquí la única patria es nuestro pueblo: el obrero, el niño descalzo, el marginado, el oprimido, el empleado, el estudiante, el campesino, el joven, el adulto, los abuelos; los de las grandes gestas; el ama de casa que se seca las manos en el delantal y sufre cuando sus hijos o su esposo se van al trabajo y piensa, cuándo llegará el mañana.
Eso y mucho más es la patria. La vamos a construir y entonces, festejaremos todos los días.