El presuroso cierre de las paritarias en un 27 % (en consonancia con el techo que la oligarquía financiera y el séquito de sus representantes en el gobierno y en las centrales sindicales), lejos de atemperar la situación no ha hecho más que agudizar el enfrentamiento real por abajo.
Frente a la presión que siente la burguesía tras haber tirado esta primera piedra y quedar tan expuesta frente a la clase obrera en su conjunto, como reales y fieles defensores del sistema de explotación, salen a decir que el aumento salarial, por ejemplo en los metalúrgicos es del 36,5%. O que las paritarias no se han cerrado en Comercio; o que los 2.000 pesos no remunerativos (que nunca fueron pagados a los metalúrgicos), se suman al paquete; o que la suba de categorías se inscribe en ese aumento. Tratan de justificarse frente a lo que han desatado con sus mentiras, “olvidan” reconocer que con estos aumentos un obrero metalúrgico apenas llegara a 6.500 pesos de bolsillo.
Pero la mayor preocupación del poder es que las herramientas políticas que tiene la burguesía como instrumento para el sometimiento de la clase obrera: el gobierno burgués, las negociaciones paritarias, las dirigencias sindicales adictas, el sistema representativo y su jurisprudencia, (es decir, la superestructura institucional que avala este sistema de explotación) juegue su papel aún con los costos que ello implica.
Pues sin ellas, pierde sentido el carácter del techo salarial, el control de la masa salarial, no solo económicamente sino lo que políticamente expresa su significado de clase: la dominación política del escenario.
La burguesía en las voz de sus principales expresiones de clase en un escenario de crisis política, ha lanzado casi improvisadamente, sus fuerzas del “orden burgués” a tirar la primera piedra con el cierre de las paritarias “oficiales”, a sabiendas que se desenvuelven en una aguda lucha de clases y que el marco de conflictividad irá en aumento.
Ha decidido quebrar el manto de silencio que ella misma se impuso respecto de los salarios y las condiciones de vida en plena campaña electoral, obligada por la lucha de los trabajadores.
Apelando a un pragmatismo que roza lo mediocre, sacrifica a sus propios representantes sindicales que aun a pesar de estar consustanciados con el capital, traicionan (Calo y compañía) la decisión de sus propias delegaciones gremiales, sus propias instituciones, para frenar una lucha por aumentos del 35% y un paro de 36 horas votado en sus conclaves sindicales, como un intento desesperado por contener al conjunto desde esta expresión “oficial de la CGT”.
Precisamente para poner un marco de contención a las condiciones generales de enfrentamiento clasista de nuestro país, para atemperar su decisión y organización independiente, la burguesía sacrifica una parte de su tropa en pos de una institucionalidad sindical seriamente cuestionada que más y más trabajadores van repudiando de hecho, con el desarrollo asambleario y la democracia directa.
En su desesperación por encausar la lucha dentro de estos marcos, busca un disciplinamiento que no logra mantener y que ahora se ve más enturbiado por los sacrificios que se ve obligada a realizar.
El cierre de estas paritarias “oficiales”, más que estrechar el marco, al contrario de lo que pretendían, lo ensanchó: el escenario de confrontación crece y a la par, cientos de expresiones y organizaciones de trabajadores metalúrgicas y de la construcción debaten y se movilizan por lo suyo: el paro nacional del 9 de junio debe ser expresión de ello como lo fue el del 31 de marzo.
Pero debemos hacer una reflexión: si las instituciones oficiales burguesas, el sistema de representación gremial, el régimen paritario, entre otras, son utilitarias a la propia burguesía pero esta a su vez las defenestra a cada paso, les da entidad y se la quita según sus conveniencias (como quedo expresado en las paritarias de la UOM y en otras tantas), ¿no es señal acaso que las mismas no sirven para sostener los intereses de clase de los trabajadores y para avanzar a la conquista de sus derechos políticos?
La burguesía demuestra palmariamente el conjunto de sus intereses de clase, ¿acaso no es necesario hoy que la clase obrera avance en estas sus causas movilizadoras más profundas, para constituirse como clase revolucionaria frente a toda esta inmundicia?
Los trabajadores debemos construir nuestras organizaciones independientes asamblearias de democracia directa y ejecutivas. Organizaciones propias de la clase que se conformen como la fuerza directriz del proceso de lucha revolucionaria, que es necesario profundizar y llevar a cabo, para cambiar definitivamente esta historia hacia una vida digna.