Este pasado viernes 22 de mayo del 2015 a las 14 hs, según afirma el comunicado de la Federación de Aceiteros, Demostadores y Afines “se abría alcanzado un acuerdo con la Cámara patronal del sector que llevaría el salario inicial a $ 14.300.- en un solo tramo, que entre el básico y adicional implicaba un aumento del 36%”. Continúa el comunicado: “Sin embargo las empresas condicionaron el acuerdo a un aval del Ministerio de Trabajo, que consultado en ese momento manifestó que no se aprobaría un convenio de esas características”, tras lo cual los aceiteros ratificaron la continuidad de la huelga que ya lleva 19 días. Las pérdidas son cuantiosas y superarían largamente el pedido de aumento de los trabajadores. Con esta actitud, las empresas monopólicas demuestran que ellos fijaron en realidad el tope salarial, y delegan en sus empleados, el gobierno, la “responsabilidad” de no homologar haciéndose los distraídos de que ya el problema no es de ellos.
Nada más claro y gráfico de en qué manos está el Estado, de quiénes son sus propietarios, y por lo tanto desde dónde emanan todas las decisiones y las políticas de Estado de toda índole, con el único afán de la explotación a los argentinos.
Los monopolios, cuando se trata de las disputas contra la clase obrera, echan mano a sus herramientas: si no es la represión, lo es el derecho burgués; y si éste no les alcanza y lo tienen que violar, utilizan el burdo papel de sus ministerios con sus títeres, como lo es en este caso el Ministro de Trabajo Tomada.
Ya se prestaron al juego la UOM, el Sindicato de Comercio y la UOCRA con el Ministro Kicillof poniéndole un techo a las “paritarias” del 27%, pero como afirma acertadamente el gremio aceitero “esto es lucha de clases y vamos a dar la pelea”.
Ahora bien, el conflicto aceitero con esta medida del Ministerio de Trabajo por orden de los monopolios, y la disposición de los trabajadores a continuar la huelga, pone a la luz el real enfrentamiento en la Argentina, porque éste que se expresa ya ante la opinión pública es el correlato más fiel de lo que está pasando por abajo en innumerables lugares y que es silenciado por los medios masivos de comunicación. He aquí la real lucha política en la Argentina.
Pensamos que es un extraordinario momento para que los trabajadores, empresa por empresa, y en unidad con otras fábricas y sectores, en el ejercicio de la autoconvocatoria, siguiendo y acompañando el ejemplo de los aceiteros, se sumen a la exigencia de las paritarias libres, sin techos ni condicionamientos. Éstas fueron una conquista de la clase obrera que hoy, con la complicidad de la casi totalidad de los gremios, la desvirtúan y disfrazan para que no sean tales. Pero, reiteramos, esta huelga pone en blanco sobre negro que les dolió hasta el alma que el piso de la disputa salarial lo hayan puesto primero los trabajadores y no los monopolios. Éstos se hicieron los distraídos (como afirmáramos en notas anteriores) y la clase obrera les generalizó el 40% obligándolos hoy a dar una vuelta de tuerca más en sacarse la careta de esta democracia burguesa y todas sus mentiras. No sirven las lágrimas de cocodrilo de la viuda negra Cristina Kirchner y toda su teatralización pues los trabajadores que dieron su vida (de los que ella habla) fue por luchar por los mismos derechos que hoy lo hacen los aceiteros y miles y miles de luchas por abajo.
Si a las paritarias le ponen techo que se atengan a las consecuencias, que después nadie se haga el sorprendido de la asonada de nuestro proletariado. Estamos en un momento y coyuntura en que el agua rebalsó el vaso. Ya no se trata de una disputa económica. Aquí aparece como eje principal la lucha por los derechos políticos de los trabajadores. Ésta es una lucha eminentemente política contra la tiranía que se vive en las empresas y el Estado de los monopolios.
Por esto y mucho más alentamos a los trabajadores aceiteros en su huelga y hacemos un llamado a redoblar la generalización de la lucha de los más diversos sectores que ya están dando pelea. Autoconvocarse, movilizarse, tomar las empresas, y todo lo que las asambleas de los trabajadores dispongan, y la lucha por la recuperación de los derechos políticos de los trabajadores y dentro de ellos paritarias sin techos ni condicionamientos.