Hace una semana, en Monte Hermoso, Pcia. de Buenos Aires, había desaparecido Catherine Moscoso de 18 años de edad, luego de haber ido a bailar. Ayer a la noche encontraron su cadáver. El pueblo se movilizó y dirigió su bronca contra la policía y las autoridades gubernamentales de la zona.
La Comisaría resultó incendiada al igual que la Municipalidad y la casa del secretario de seguridad municipal Ricardo Triches, la cual quedó destruida por completo.
Los pobladores de Monte Hermoso dijeron basta y pusieron un límite a la corrupción gubernamental y de las fuerzas de seguridad, es decir, a las instituciones estatales y funcionarios de las mismas que, lejos de ocuparse de los problemas reales del pueblo, sólo atienden los negocios de sus mandantes y el circo electoral con el que intentan tapar todo sufrimiento de las grandes mayorías laboriosas.
El viejo dicho reza: «Si ves las barbas (…) cortar pon la tuya a remojar». La pueblada de Monte Hermoso no es una explosión violenta de bronca que surge como válvula de escape y nada más.
¡Nada más y nada menos!…
Tampoco es un hecho aislado. La pueblada de Monte Hermoso se inscribe en una serie de puebladas que, desde hace años vienen dándose en todo el país, por hechos contra las personas de las mayorías populares laboriosas que sufren toda la inseguridad proveniente de la delincuencia estatal prohijada por la burguesía en el poder. Es la expresión de un pueblo que siente el vacío de una seguridad y justicia que el Estado, supuestamente debería proveer, pero que nunca lo hará, porque el Estado de los monopolios no está al servicio del pueblo, y porque necesita de esa corrupción a todos los niveles (nacional, provincial y municipal) y desde arriba hacia abajo, para gobernar y explotar al pueblo.
La pueblada de Monte Hermoso es un ejemplo más de la búsqueda de soluciones independientemente de las instituciones estatales de un pueblo que pretende vivir con dignidad.
La crisis política de la burguesía y su aparato estatal se expresa aquí una vez más, en la pérdida del monopolio de la administración de su «justicia» y en la ineptitud frente a la violencia de masas, ante la cual no puede hacer otra cosa más que retroceder.
En el día a día, en cada lugar de trabajo, en cada pueblo, ante cada crimen o injusticia cometida en su contra, inmediatamente surgen los reclamos y una nueva organización popular por fuera de los marcos institucionales que la burguesía pretende sostener.
Los medios de comunicación hacen lo imposible por esconder estos sucesos y por crear algún tipo de expectativas en las elecciones venideras, y así nos machacan la cabeza con la novela de los candidatos, que se suben, que se bajan… pero de lo que ellos no hablan, es que frente a todo esto hay un hastío generalizado, y que los trabajadores y el pueblo estamos poniendo nuestras expectativas en la lucha.
Las expectativas no están puestas en las elecciones, sino en la movilización y en la lucha por nuestros reclamos y derechos. La organización de los trabajadores, las asambleas populares autoconvocadas, que se están construyendo por abajo y por fuera de todas las instituciones de la burguesía, se fortalece cada vez más y hacen sonar el escarmiento a los funcionarios e instituciones corruptas, constituyéndose como verdadera alternativa política a este sistema. Todos los días en nuestro país se desata un nuevo conflicto social, y las necesidades de los trabajadores y el pueblo, se resuelven organizadamente en las calles.