En medio de esta lucha de clases van naciendo los elementos que compondrán la futura sociedad socialista.
La democracia directa, la democracia proletaria en este momento del proceso histórico de nuestro país, es uno de ellos y convive con la «democracia» burguesa que para el pueblo trabajador es tan falsa como un dólar anaranjado.
En varios conflictos, tanto del proletariado como de los distintos sectores populares, la asamblea surge como órgano de decisión. En ella se practica la democracia directa y los representantes que surgen para las acciones que se deciden, son nombrados y renovados o ratificados por su mandante: la asamblea.
El conflicto de aceiteros también nos deja la confirmación de esta forma de acción del proletariado y las capas populares que adoptan esa democracia avanzada, producto objetivo de la propia lucha de clases. Este triunfo ha clavado una nueva estaca en la práctica de la democracia proletaria.
Esta forma de decisión que viene tomando el movimiento de masas va generando grietas y profundizando no sólo la crisis política de la burguesía monopolista dueña del Estado y mandante del gobierno de turno, sino que contribuye también a la crisis estructural del sistema capitalista con todas sus instituciones. Por eso toda propuesta que venga desde sectores que pretendan desconocer esta metodología o intente llevar las luchas al marco de las instituciones perimidas del sistema, debe ser combatida con decisión y denunciada como contraria a los intereses populares.
El sistema capitalista en nuestro país, es como una gran muralla de cemento que, con la fuerza de la práctica de las masas movilizadas y organizadas, va agrietándose y se descascara día a día dejando así, a través de las hendijas, ver la luz del otro lado que viene a competir con la penumbra existente en esta sociedad moribunda.
Pero para que el germen de la nueva vida, esa democracia proletaria, que crece de este lado en medio de la penumbra se desarrolle, crezca y se fortalezca con capacidad de voltear el muro que obstruye su crecimiento, es necesario, que se transforme en democracia revolucionaria consciente para que la luz penetre franca y ancha y pueda ser vista por todos. De esa forma grandes sectores del pueblo podrán ver que la posibilidad puede convertirse en realidad. Lo cual multiplicará las fuerzas que se lanzarán con decisión a la conquista de sus aspiraciones y sueños irresueltos.
Para eso, los revolucionarios con el Partido proletario a la cabeza, debemos poner en manos del pueblo el proyecto revolucionario con sus ideas de la conquista del poder. Multiplicar e institucionalizar la asamblea con su democracia directa como la expresión válida y más avanzada de la toma de decisiones del pueblo para las luchas por las conquistas económicas, sociales y las libertades políticas a la vez que vamos consolidando esta metodología con su nuevo ingrediente revolucionario.
Ser a la vez custodios de este embrión de democracia proletaria que ha nacido al calor de las luchas populares y dotarlo del proyecto y las ideas que requiere para desarrollarse como democracia revolucionaria. Unificar todas esas expresiones en una propuesta política y organizativa capaz de organizar la lucha de clases hacia la ruptura del muro que nos impone el poder burgués y la conquista del poder hacia la luminosa sociedad socialista.