Desde los primeros días de este año en curso comenzaron las presiones sobre los aumentos de salarios que replicaron en los trabajadores de los distintos gremios que comenzaban a discutir las paritarias.
Un movimiento que comenzó desde abajo, desde las bases mismas de los trabajadores y que fue repercutiendo en las alturas, abriendo anchas las contradicciones de las cúpulas sindicales y entre éstas, las cámaras empresarias y los estamentos gubernamentales. Todo en medio de un año electoral en el que cada sector de la oligarquía financiera afila sus cuchillos en la disputa de los cargos que ocupan otros y que pretenden ser ocupados por terceros para posicionarse mejor frente a los negocios que asoman en el horizonte burgués.
Entrados los primeros tres meses del año, la presión se había convertido en medidas de lucha concretas en donde varios gremios se hacían eco de una consigna generalizada que había iniciado en los sectores fabriles de la gran industria de distintas ramas estratégicas levantando el 40% de aumento que se imponía y ganaba terreno generalizándose como clamor unitario en amplios escenarios del país.
Nuestro Partido cumplía así un papel destacado en la instalación e impulso de la medida que, como punta de flecha, penetraba en los sectores de la vanguardia de masas.
Ya con cientos y miles de conflictos a los que se sumaban otros reclamos altamente sentidos por los trabajadores como la eliminación del impuesto al salario que la burguesía denomina cínicamente «impuesto a las ganancias», comenzaba a transitarse el segundo trimestre del año que hizo eclosión con el paro activo de 25 días de los obreros aceiteros.
Si bien ya otros conflictos habían perforado los límites (primero del 24% y luego del 27,8% de aumentos que el gobierno, al servicio de los grandes capitales transnacionales, quería imponer), esta medida ejemplar le puso la lápida a las intenciones políticas de la burguesía monopolista de disciplinar y sujetar a los trabajadores bajo el poder de su clase. La burguesía fue por lana y terminó trasquilada.
El caudal de este movimiento se presentaba y se presenta arrollador, lo cual fue advertido por los gerentes sindicales de las distintas CGT quienes, asustados por verse colgados desde el obelisco (para utilizar la propia frase de Caló, el secretario general -o gerente general- de la UOM), anunciaron el paro de este día 9 de junio el que fue llamado por los opositores a la CGT oficial que conforma el propio Caló. Cabe acotar que la oposición no es, como le gusta decir al gobierno y sus lacayos, una oposición al proyecto que ellos llevan adelante sino por la ocupación de los cargos para servirse de la devolución de favores a la oligarquía financiera.
En suma, el paro de hoy es producto inequívoco del calor de la lucha de las bases.
La burguesía y sus analistas políticos que incluye a periodistas de los grandes medios, personajes que componen la fauna electoralista entre los que aparecen sectores de «izquierda» franca y caraduramente (si cabe el término) preocupados por conseguir votos, se empeñan en difundir su caprichosa y burguesa forma de analizar la realidad a través de la cual le asignan a los burgueses gerentes de las centrales sindicales la capacidad del movimiento generado desde arriba hacia abajo. Entonces, como por arte de magia, desaparecen los conflictos, ocultan las asambleas, esconden las movilizaciones y erigen a los gerentes sindicales como los personajes que pergeñan la medida de fuerza y todo aparece como «maniobras», «cálculos electorales», «jugadas confusionistas» y otros calificativos que contribuyen a minimizar y llevar a cero la acción de las masas.
Estos señores que, para llegar a esas conclusiones, fuerzan y desconocen las leyes de la física que determinan que el calor va desde abajo hacia arriba y no al revés. Estos señores que ven los fenómenos y mantienen oculta (por acción u omisión) la esencia, nos dicen que el tero chilla en el mismo lugar en donde pone los huevos, su nido.
Pero en el campo y, por cultura popular, grandes sectores de ciudadanos, saben que ese animalito tiene una táctica que es la que usa la burguesía con sus gerentes sindicales, y que ambos utilizan para el mismo fin: chillar en un lugar que le es ajeno a los intereses que protege, en este caso, los huevos.
El paro es de los trabajadores y refleja claramente que el movimiento popular tiene una tendencia creciente y que, en su lado opuesto, la burguesía no acierta a una táctica única sino que está dividida en cientos de pedazos lo cual se ve en las distintas acciones que toman frente al hecho. Unos apareciendo como los impulsores de la medida de fuerza, otros criticándola, otros estando a la expectativa especulando con los cargos electorales, etc.
Organizar esa lucha de clases que comienza a ser visualizada como tal por sectores importantes de trabajadores que vencen así el cerco de una visión gremial de los conflictos, es la tarea de la hora para los revolucionarios.